Las luces de esta ciudad son palomas inquietas, en la bruma,
en la miseria de palafitos sembrados en las aguas del Atlántico,
la lluvia llora plena y precisa
Los bosques furibundos me miran con su golpe de tambor.
¡Ah, la miseria que pasamos de lejos!
Esa q no es con nosotros,qué más da el cachorro lagrimeando por comida.
Por ahora, la lluvia sigue llorando copiosa y llana...
Embrujada.

Al Don lo tomó por sorpresa aquello.

