Revista Cultura y Ocio
Con este taller de edición musical de obras posteriores a 1650 pretendo contribuir a desterrar un mito de dos caras: que solo es complicado transcribir la música medieval o renacentista y que transcribir la música barroca, clásica, romántica o incluso del siglo XX es fácil.
Son muchas y variadas las dificultades que encontramos cuando intentamos transcribir y editar una obra posterior a 1650. Sí, en general ya están escritas en nuestro sistema de notación... pero eso, en el fondo, es una pequeña «trampa» que nos hace pensar que todo será evidente y sencillo... Y luego vienen los problemas: maneras diferentes de escribir algunas cuestiones rítmicas, poca precisión y prácticamente ninguna unificación en la dinámica y en la agógica. En resumen, un sinfín de situaciones que no tienen por qué resultar menos complejas que cuando transcribimos música medieval y renacentista.
Por otro lado, cualquier escritura manuscrita puede resulta complicada de leer y mucho más si a lo que nos enfrentamos es a un boceto o borrador inédito. Al final la cuestión siempre es la misma: ser fiel a lo que el compositor escribió. Y eso es en toda circunstancia (lectura, transcripción, análisis e interpretación) un ejercicio que exige erudición, precisión, sensibilidad e intuición. Un ejercicio sumamente exigente y a la vez apasionante.