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El ejercicio de esta semana ¿cuántas veces dices no? me viene de perlas. Que no es la primera vez que Nuria me lo dice, además que cuando hice su curso fue uno de los temas que se tocaron pero aún así suspendo casi siempre, jeje.Lo que explica sobre llevar las mochilas y chaquetas de los niños no puede ser más real, en mi caso. Es más, es que ya hasta soy yo quien las coge sin que ellos me las den. Pero eso con muchas cosas que ellos pueden hacer y hago yo por ellos, a veces por prisas, a veces porque me digo es que están cansados, a veces porque no me doy ni cuenta, el caso es que cargo mi propia mochila y al final llega un momento en el que me veo mal. Empiezo a notarme como ese enfado va tomando fuerza y voy a explotar en cualquier momento. Afortunadamente después de todos estos meses ya voy conociéndome y gestiono con las herramientas que tengo en mi mano esos sentimientos para no explotar con los niños y acabar pagando mi enfado con ellos.
El hecho de saber decir que no y no cargarnos más cosas sobre nuestra mochila no implica que tengamos que pasar de todo y ponernos agresivos y a la defensiva para dar un no por respuesta a todo. Significa que tenemos que conseguir un equilibrio para que nos sintamos respetados, lo que hará que tengamos una mejor autoestima y confianza en nosotros mismos.
Algo que sabemos, pero que muchas veces olvidamos, es que nuestros hijos imitan todo, absolutamente todo lo que hacemos.
Cuando son pequeños, por lo general dicen a todo que no, especialmente algunos niños. El mio de 3 años es "una máquina del no", cuando dice que sí a algo casi se me caen las lágrimas de la emoción, jeje. Pero eso no quiere decir que si a mi me ve cargando con todo el peso de cosas con las que él puede cargar como llevar su mochila o dejar su plato en la pila cuando termina, no vaya a copiarlo y haga lo mismo en un futuro. No me gustaría que me imitara y llenara su mochila como yo lleno la mía.
No quiero que mis hijos imiten mi comportamiento y que en su vida de adultos hagan lo mismo. No quiero transmitirles que mi comportamiento es el idóneo y que no se puede contradecir, dar tu opinión, no decir que no cuando realmente no quieres hacer algo. Si de pequeños nos enseñan a decir que no, de adultos podremos salir mucho más airosos de algunas situaciones.
No quiero que mis hijos digan que sí a todo lo que les pidan. Quiero que si algo no les gusta, no les parece correcto o simplemente no quieran hacerlo sean capaces de decir no, sin tener que sentirse culpables por haberlo dicho. Da igual que se equivoquen y si deciden no aceptar un puesto de trabajo que puede ser muy interesante, será un error o no será un error, pero será algo que han elegido y no algo por lo que se hayan dejado llevar. Prefiero ese no, a un sí, "voy a probar esta pastilla que me ofrece mi amigo que por lo visto es tan guay", porque no sé o no me atrevo a decirle que no.
Por lo tanto como nos imitan en todo y en mi caso no soy capaz de decir que no, no me queda más remedio que solucionarlo. Ya no sólo por el hecho de no sobrecargarme y acabar mal como os explicaba en este articulo en el que hablaba de la sobrecarga y el autocuidado, sino por el hecho de que mis hijos sean asertivos y respetuosos al mismo tiempo.
Ser asertivo no quiere decir que tengamos que perder el respeto por el contrario. Pero sí que es muy importante que nosotros mismos nos sentamos respetados.
Como os he dicho antes en este ejercicio suspendo, no soy nada asertiva, no sé decir que no. Sé decirlo como todo el mundo, pero sólo me lo digo a mi misma, en eso soy una experta.Así que para realizar el ejercicio de Nuria me he propuesto a su vez unos ejercicios. Tengo claro que vivir en un estado de queja no me lleva a nada y lo mejor que puedo hacer es buscar la solución y poner remedio.
Son ejercicios "made in Ana", puedes hacerlos conmigo pero no han pasado por ningún registro de calidad, estás avisado, no vale reclamar jeje.
"Método made in Ana para ser más asertiva"
1. Reconocer que en el 99 por ciento de las veces digo siempre que sí.
2. Comprometerme conmigo misma a decir que no y bajar ese 99% a un 50%. Si digo que no la mitad de las veces estará genial.
3. Localizar los momentos en los que me ocurre. Con los niños, con mi pareja, en el trabajo....
4. Elaborar un plan de acción. Procesar los pasos a seguir en el momento en el que localice una situación en las que habitualmente digo sí. Elaborar este procedimiento haciéndome la pregunta en cada situación de las que he localizado en el punto 3 de ¿qué pasará si digo que no en este caso? y ¿qué pasará si digo que sí en este caso?
5. Reconocer ante los demás que estoy enfadada o molesta. No ocultar mis sentimientos. Expresarme con claridad. Por ejemplo, mi pareja no tiene porque saber que no me apetece comer en casa de sus padres si yo no se lo he dicho. Nos montamos nuestra propia película como si la otra persona lo supiera y encima nos enfadamos con ella cuando realmente con quien estás enfadado es contigo misma.
6. Empezar con pequeñas cosas y poco a poco, para ir tomando conciencia y hacerlo un hábito. No se trata de decir ahora que no al ¿me pasas el pan?, tampoco es eso, que también se puede decir que sí.
7. Dejar se sentir culpa por decir que no. Tenemos derecho a decirlo.
Con elaborar plan de acción lo que quiero decir es que una vez localizadas las situaciones en las que rara vez digo que no, tengo que tener el proceso claro en mi mente en el que me apoye para llevarlo a cabo.Por ejemplo si toca comida familiar todos los sábados, por muy bonitos que sean los momentos o por muy bien que nos lo pasemos, tengo derecho a decir que no si un sábado por h o por b no quiero ir.Eso sí hacerlo con respeto y buscando el equilibrio para que a la parte contraria no le afecte negativamente mi decisión de no ir.
Para elaborar este plan de acción es muy útil elaborar las listas que ha propuesto Nuria en su ejercicio. Así que aquí van mis confesiones, que no hay cosa mejor para comprometerse que hacer las cosas públicas.
Lista 1:Cosas que me molestan y hago a regañadientes
- Encargarme siempre del baño de los niños.
- Ser siempre la que lleve el control para ir a acostarlos, si no estoy pendiente se acostarían siempre tardísimo.
- Estar pendiente de los juguetes que mi hijo se lleva a la calle para que no los pierda.
Lista 2: Cosas que puedo hacer para poner remedio
- Hablar con el papá para que podamos turnarnos algún día. Nunca lo hago siempre voy, les baños y no digo nada.
- Dejar de ser tan controladora, no tengo que tenerlo todo bajo mi control. Si mi entorno ve que tengo la situación siempre controlada y que siempre me encargo yo, no le hace falta hacerlo o tienen miedo a no hacerlo como yo lo hago, porque soy demasiado exigente. Como solución bajar mi nivel de exigencia y dejar a los demás participar. No pasa nada porque no se acuesten exactamente a la misma hora todos los días. Esto por cierto me lo enseño Nuria a través de su curso. Entendí esa faceta mía de controlarlo todo.
- Dar responsabilidad a mis hijos. Si se llevan un juguete hablar con ellos y explicarles antes de salir de casa que son ellos los que tienen que estar pendientes de si lo pierden o no y que sean conscientes de las consecuencias que puede tener que lo pierdan para ellos.
La lista puede ser mucho más larga y hay cosas a las que podría decir que no pero hay otras tantas a las que no me queda más remedio que seguir diciendo que sí. Para eso como siempre tenemos que cuidarnos, necesitamos nuestros momentos, tenemos que tener una válvula de escape para disfrutar de tiempo para nosotras y que nos haga recargar pilas para poder estar bien con nuestros peques. No toleramos igual ni tenemos la misma paciencia cuando estamos muy cansadas.
Resumiendo que se que me enrollo un montón, gracias por cierto por llegar hasta aquí leyendo, eso significa que tienes un compromiso fuerte:
- Podemos decir que no, no es tan dramático como nos lo imaginamos.
- Nuestros hijos tienen que aprender a decir que no, vamos a enseñárselo.
- Es más fácil si tenemos localizadas las situaciones en las que nos cuesta más decir que no, y realmente es lo que queremos.
- Hacerlo poco a poco para que se haga un hábito y no nos cueste tanto.
- Delegar, delegar y delegar que no se va a acabar el mundo.
- Delegar, por si no lo había dicho :)
- Aceptar ayuda, tampoco pasa nada por aceptar ayuda.
Si quieres información sobre el curso del que os he hablado "Atrévete a educar sin castigos", solo tienes que pinchar sobre la imagen.
Puedes ver como ha hecho este mismo ejercicio con sus hijas Ilda en su blog, te servirá la experiencia.
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