Revista Viajes
Un hotel boutique, Tlaquepaque y el tamal como pretexto para la reunión y el disfrute. Así es como se pasa un fin de semana muy agradable en Villa del Ensueño, que siempre está con propuestas deliciosas para deleitar a quienes visitan Tlaquepaque, Jalisco.
Como en otros años, en el Hotel Boutique Villa del Ensueño se organizan deliciosas cenas algunos días del mes y en esta ocasión y como parte del Festival de la Cultura Gastronómica de la Asociación de Haciendas y Casonas de Jalisco, a la que pertenecen, realizaron una innovadora cena con un menú que tenía como protagonistas al tamal y al vino mexicano.
De pronto el tema podría parecer exótico “Tamal y vino mexicano”, pero la realidad es que se arriesgaron y debo decir que con óptimos resultados. El menú estuvo a cargo del Chef Anuar Omar Mena y el maridaje del sommelier Ismael Altamirano.
Llegamos a Tlaquepaque el sábado al medio día y luego de instalarnos en Villa del Ensueño, fuimos a dar un paseo para visitar el Museo Regional de la Cerámica, del que les contaré más adelante. Regresamos al hotel y vaya que basta dar un paso en su interior para sentir una aura de tranquilidad. Sus paredes azules, el agua cayendo de la fuente, los pájaros cantando, plantas y alguno que otro rinconcito destinado a la lectura o la charla, hacen que este hotel sea una magnifica opción para hospedarse en la región y poder compaginar perfecto la paz del lugar con el ajetreo que es la ciudad de Guadalajara, porque hay que señalar que Tlaquepaque está pegado a esa ciudad capital del estado de Jalisco.
La noche cayó y con ella, la hora de cenar. El primer tiempo fue una ensalada de quelites, láminas de pato curado a la pimienta, crujiente de tamal con zarzamora y queso de cabra, con vino espumoso Petillan Brut, riquísima pero uno de mis platillos favoritos fue la sopita de hongos y setas con machaca en costra de tamal hojaldrado, porque fue precisamente el hojaldrado lo que la hizo distinta a cualquier otra. Perfecta porción que mantuvo el equilibrio de la sopa y un caldillo bien impregnado del sabor de las setas y los hongos.
Punto y aparte fue el tamalito negro relleno de pastor de pulpo, espejo de piña verde, que jamás me habría imaginado que quedaría tan delicioso. El pulpo estaba preparado al modo de la carne al pastor y eso le dio un sabor muy especial. Y el vino rosado de Casa Madero le quedó perfecto.
Seguimos con un tamal de cazuela de lechón al horno con salsa de boda y un Nebbiolo L.A. Cetto. Qué les puedo decir, si el vino es excelente y el tamal de cazuela quedó exquisito.
Ustedes saben que los postres son mi fuerte (o mi debilidad) y en esta cena se sirvieron nieves artesanales de mantecado y chile jalapeño, biscocho, frutas secas. El vasito tenía la nieve de jalapeño abajo y el mantecado arriba, para cuando explicaron que el asunto era vaciarlas sobre los frutos secos y los trocitos de tamal, pues yo ya me lo había terminado y comí todo por separado. Así que para probar la opción que dio el chef tuve que dobletear. Aunque me gustó su idea, sinceramente me quedo con la opción de comer todo por separado y disfrutar los sabores de esa manera. El vino para el postre fue uno blanco Cosecha Tardía de Monte Xanic.
Pero la experiencia no terminó ahí, porque al día siguiente tuvimos un exquisito desayuno de María Tamales y así conocí sus nuevos sabores, de los que les contaré en otro post, pero les adelanto que el que me pareció todo un suceso fue el tamal de frijol y chicharrón.
En fin, qué buenos vinos y excelente cena!!