Revista Cine
Director: Stephen Frears
Seguimos, a paso firme, con el cine y el cómic de la mano y abrazados íntimamente. Stephen Frears, director sobre el cual todos parecen concordar que vio tiempos mejores, dirigió a comienzos de esta década "Tamara Drewe", adaptación de la novela gráfica de Posy Simmonds, la cual ya he visto varias veces, no me pregunten por qué (no es que sea un fanático de esta película, sólo que solía encontrármela bastante en la tele y, como es entretenida, pues me la quedaba viendo). Pero como venía a colación, decidí verla de nuevo habiendo leído el original de Simmonds. "Tamara Drewe", la película, ha salido bien parada; sin embargo, la de mañana no. Uy, qué misterio...
"Tamara Drewe" (cuando me refiera a la película pondré comillas, cuando me refiera al cómic no pondré comillas y será en cursiva), en efecto, es una adaptación más light y hasta pueril del cómic de Posy Simmonds, que por muy superficial y simple que parezca con sus enredos románticos (por lo demás, deliciosos de seguir), en realidad es una autora capaz de elaborar complejos, fascinantes e intrigantes entramados de personajes en donde no sólo se deconstruyen las relaciones y las pulsiones humanas (sus más altas y bajas pasiones, sus sueños y sus pesadillas), sino que también se satirizan, sin pelos en la lengua ni concesiones (pero manteniendo su delicada pulcritud), los múltiples rostros de la sociedad inglesa y occidental en general, ya sea en sus aspectos culturales como socioeconómicos y, por qué no, políticos.
No, si Posy Simmonds no es fácil de adaptar, y eso se nota en "Tamara Drewe", no especialmente por la simplificación de tramas y personajes (el tramo final dista mucho del original, y no para mejor) como por el hecho de que gran parte de su rico ensamblaje y fondo discursivo-argumental se pierde y se difumina en una dramedia romántica que, si destaca del montón, es sólo por esa mala leche con que se desenvuelve y que queda patente en el jocoso y demencial tono con que se retratan las numerosas y hasta surrealistas desavenencias que suceden en un retiro para escritores (o simples aspirantes), los que se disparan una vez que la bella e imponente Tamara Drewe retorna al campo por asuntos de negocios, aunque a partir de ahí los problemas del corazón dominarán las acciones. Sí, puede que "Tamara Drewe" no sepa contener con propiedad en su relato y en sus imágenes el apabullante ritmo y la constante información de las páginas de Tamara Drewe, con algunas escenas notoriamente ilustrativas o forzadas (en especial para quienes conozcan de cabo a rabo el original), pero es cierto que el guión de Moira Buffini goza de una ágil narración que mantiene el tono y no se enreda con los numerosos y variopintos (y atractivos) personajes y sus respectivos dramas, si bien lo mejor es que no se limita por ningún tipo de corrección política (pero no hay que negar que hubo algo en lo que, por desgracia, no se atrevió): se puede decir que, hasta cierto punto, refleja el refrescante y mordaz espíritu que Simmonds vierte en sus páginas. Si piensan que estoy siendo indulgente, quizás sea porque la de mañana sí que es una mierda sangrante que no le hace justicia a la autora inglesa, y en comparación ésta queda como una muestra de excelencia cinematográfica e intelectual...
Pero volviendo a "Tamara Drewe", lo mejor de la película es, sin duda alguna, la monumental Gemma Arterton y su apasionante Tamara Drewe, probablemente lo único que está a la altura del cómic (o incluso más, si Arterton es tremenda actriz), manteniendo su mordacidad pero también su vulnerabilidad, y claro, su avasalladora sensualidad. Y qué voz la suya, dios mío, si es como una suave caricia en la piel...
No negaré que lo paso muy bien viendo esta película, yo que ustedes no le negaría la oportunidad a ninguna Tamara Drewe, si saben a lo que me refiero.