Dirigida por Stephen Frears y escrita por Moira Buffini, Tamara Drewe nos trae la historia de Tamara, una joven poco agraciada que decide volver a su pueblo natal para reformar y vender la propiedad de su familia. Al volver, todos comprueban que todo ha cambiado en ella, pues se ha convertido en una reconocida periodista y su físico no tiene nada que ver con el de la joven que se fue. Tamara, con su liberada forma de vivir, logra trastocar la tranquila vida de sus vecinos, la cual no volverá a ser igual tras su vuelta.

A medida que la trama principal se acerca a la conclusión, el resto de tramas se precipitan con ésta, dando la sensación de un final excesivamente inminente que aumenta la desazón que el espectador siente tras ver la película, y que bien se podría haber evitado.En lo que respecta a las acciones, algunas pueden resultar fuera de lugar o ser innecesarias, por lo que pueden desconcertarnos innecesariamente. Si bien es cierto que la mayoría de las acciones son naturales, aunque una minoría puedan resultar demasiado forzadas y esto rompe la sintonía de toda la historia. Los personajes están bien formados a pesar de ciertas lagunas que hacen que parezcan faltos de personalidad en ciertos momentos. Los diálogos son sencillos y reveladores, ya que parte de la historia se asienta sobre ellos en el momento de avanzar o revelar algo importante.
En cuanto a la realización no hay mucho que destacar. No hay planos arriesgados ni movimientos de cámara atractivos. La historia es contada con simpleza y más bien con planos medios y generales. Se podría decir que el realizador tan sólo se ha limitado a captar la historia, sin añadir ni quitar a la historia mediante el discurso audiovisual. Cabe destacar que tanto la estética como la iluminación de los planos, logran sumergirnos en esa estampa bucólica en la que se desarrolla la historia. Algo apuntalado por las más que adecuadas localizaciones en las que se ha grabado la producción. La ambientación es muy importante si se quiere dar credibilidad a una historia y en este apartado han acertado de lleno.
La banda sonora queda relegada al olvido, ya que apenas aporta nada nuevo ni sirve para apoyar la historia o el trabajo de realización. Incluso podría decir que es anecdótica la vez que se ha empleado música a lo largo de la película y que las pocas veces que se ha hecho, no ha sido con demasiado acierto.


Tamara Drewe no es una producción para todos los paladares. Puede resultar tanto anodina como precipitada, así como previsible. No es una película que rete al espectador a ver más allá de lo que la propia historia cuenta, aunque si es cierto que deja la puerta entreabierta a un razonamiento pasajero sobre todo lo que acontece en ella, pero no deja de ser algo superficial.La mayor reflexión que deja esta historia para mi es que si no cuidamos lo que tenemos, lo podemos perder, y sólo después comprenderemos cuán bueno para nosotros era.
Con lo que me quedo es con el poético final a la que esta producción arrastra a algunos de sus personajes, obteniendo, o no, lo que en realidad merecen.