Por Emilio Cárdenas - Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas
Los regímenes autoritarios de la región, particularmente los "bolivarianos", están activamente empeñados en cercenar la libertad de prensa en sus propios países. Cual cruzada. Para ello recurren fundamentalmente a la sanción de engañosas "leyes de medios" con la misma matriz y a la utilización de la Justicia para generar toda suerte de amenazas e intimidaciones que derivan en censura indirecta.
También procuran insistentemente debilitar las estructuras institucionales regionales, particularmente las de la Organización de Estados Americanos (OEA) que son experimentadas y están razonablemente bien dotadas para la defensa de las libertades civiles y políticas. La presión en esa dirección es fuerte y constante.
En primer lugar se procura -siempre embozadamente- recurrir a la creación de nuevos organismos regionales (Unión de Naciones Suramericanas -Unasur- y Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños -Celac-) para tratar de duplicar allí los mecanismos de la OEA y (con funcionarios afines) debilitar sustancialmente al organismo regional más antiguo. Además, mediante acciones específicas se busca limitar la autonomía y debilitar las facultades de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de su Relatoría para la Libertad de Expresión. Así se pretende, entre otras cosas, reducir sustancialmente sus recursos financieros, esto es su margen real de maniobra, para cortarle las alas.
El de Ecuador es uno de los gobiernos más activos en la región en la pretensión de manipular la opinión pública, a través de persecuciones y limitaciones a periodistas y medios independientes
El 25 de enero pasado se aprobó en Washington, en una sesión ordinaria del Consejo Permanente de la OEA, un polémico documento que, pese a que está presuntamente destinado a "fortalecer el sistema", en rigor procura limitarlo seriamente. Es la iniciativa motorizada por el gobierno de Ecuador, que es uno de los más activos en la región en la pretensión de manipular la opinión pública, a través de persecuciones y limitaciones a periodistas y medios independientes.
En una típica actitud en este tipo de foros, los Estados Miembros de la OEA aprobaron una "recomendación" a la Comisión -que ésta podrá o no acoger- y al mismo tiempo declamaron la necesidad de preservar -a toda costa- su autonomía e independencia. Existe el temor que el documento sea ahora elevado a la próxima Cumbre de las Américas, por pedido de Ecuador, para continuar empujándolo desde allí, para transformarlo en un consenso que de pronto termine siendo realidad.
Argentina no estuvo entre los países que aprovecharon de forma más activa la oportunidad para defender retóricamente la libertad de prensa, como lo hicieron Uruguay, Costa Rica, Panamá y Colombia.
Queda visto que a nivel regional hay voces que proclaman la necesidad de defender la libertad de expresión -garantía de todas las demás libertades- mientras en los hechos -con algún disimulo- se continúa limitándola como si se apuntara a, en algún momento, demolerla abiertamente.
Por esto la imperiosa necesidad de estar alertas sobre la evolución de este tema. No sólo a nivel nacional, sino también en el escenario regional. Ocurre que, detrás de la opacidad en el andar y de las palabras confusas, en muchos anida el deseo de instalar el discurso único y eliminar el disenso, de modo de silenciar las críticas y asegurar la impunidad para quienes no creen en la alternancia democrática, sino en perpetuarse en el poder.
Fuente: lanacion.com.ar