El rock & roll es un género musical esencialmente popular, surgido de las calles, y por ello está en contacto permanente con lo que es tradición. La música folk de cualquier parte del planeta también tiene su sello grabado a fuego en muchísimos éxitos del rock. En fin, que también la tonada tradicional se acopla perfectamente a los parámetros y exigencias más estrictas de rock
El que se atreve a componer música toma inspiración de cualquier cosa, incluyendo otros autores u otras clases y categorías musicales. Así, desde lo que cantan y bailan las tribus en África hasta lo que entonan los indios de los Andes, todo puede servir de base para que otro construya una pieza diferente, con vida nueva pero sin olvidar su origen. La música de raíz nunca ha dejado de sonar, siempre ha habido quien la tocara y cantara, y sus grupos jamás pierden vigencia, ya fueran de flamenco, sardana o muñeira, country o celta, guaracha, derviche o balinés. Los músicos de rock han aprovechado ese caudal cultural para dar nueva vida al sentir popular y convertirlo en éxito.
Muy conocida es ‘Whiskey in the jar’, una canción popular irlandesa que ha visto infinidad de versiones; entre ellas las de The Dubliners en 1967, Thin Lizzy (cuyo arreglo desborda rock en estado puro) en 1972 y Metallica en 1998. La canción cuenta la historia de un ladrón irlandés que roba para mantener feliz a su novia Molly, la cual está contenta mientras recibe los regalos; pero cuando no llegan lo manda por ahí, lo traiciona y el incauto acaba en la trena. Pero en fin, mientras haya “whiskey en la jarra”…
La emotiva ‘Scarborough fair’ habla de la feria de Scarborough, una reunión popular en la época medieval que duraba mes y medio y atraía a comerciantes y artistas de todo el país a ese pueblo de la costa inglesa. En la Inglaterra medieval llegó a ser una canción muy popular, puesto que los bardos la cantaban cuando hacían sus ‘giras’ de pueblo en pueblo, de feria en feria. No se conoce su autor y existen diferentes versiones y letras. Paul Simon la sacó en el tercer Lp con Garfunkel en 1966 con un precioso y muy apropiado arreglo (aunque cuentan que copiado a un cantante folk inglés). La letra trata de un hombre que intenta conquistar su verdadero amor, y para ello utiliza las hierbas: el perejil es para el consuelo, la salvia da la fuerza, el romero representa el amor y el tomillo el coraje.
Gran compositor, Paul Simon supo aprovechar lo que la tradición le ofrecía. Y de lo británico pasó a lo andino. Escuchó por primera vez la melodía 'El cóndor pasa' en 1969, cuando actuó durante una semana en un teatro en París junto al grupo sudamericano Los Incas, quienes hacían una versión instrumental de una canción titulada ‘El paso del cóndor’. A Simon le encantó, así que le ideó una letra y la lanzó en el último álbum de su dúo en 1970. Pero el caso es que el cantautor peruano Daniel Robles había grabado esta canción en 1913 y registrado en 1933 en EE UU, a donde viajaba asiduamente; es decir, no era una canción surgida del pueblo y sin autor desconocido, aunque sí de clara inspiración andina. Pero cuando Simon la grabó con su letra estaba convencido de que era una tradicional, como le habían dicho Los Incas. Cuando el hijo de Robles presentó una demanda, Simon acreditó a Robles como compositor, pagó los derechos y cedió la parte correspondiente de regalías. En todo caso, el trabajo de Simon llevó la melodía a todo el mundo.
Caso emblemático es ‘La Bamba’, puro espíritu mexicano. Se cree que su origen está en los últimos años del siglo XVIII en la región de Veracruz. Su letra, conocida sobradamente en diversas versiones, siempre ha tenido un tono satírico, fácil, popular y divertido. Quien antes la popularizó a escala internacional fue el arpista Andrés Huesca, a principios de los 50, pero la primera versión grabada fue la del malogrado Ritchie Valens, en 1958, cuyo arreglo rock logró el éxito después de que se estrellara en aquel avión (con Buddy y Bopper) en febrero de 1959. Luego Los Lobos la llevaron al número uno con la versión que hicieron para la película homónima de 1987. Hoy rara es la boda o fiesta familiar en la que no suena, sobre todo si hay mariachi.
‘La casa del sol naciente’ es un gran clásico del folclore afro estadounidense que también se ha convertido en un clásico del rock. Y eso que sus raíces están en las baladas inglesas anteriores al siglo XVIII, las cuales llegaron con los emigrantes a los EE UU. La grabación existente más antigua conocida es la de Clarence Tom Ashley y Gwen Foster, quienes grabaron la melodía en 1934. Sin embargo, la versión más exitosa de este clásico popular fue grabada por The Animals en 1964 (grabada en una sola toma), de la que siempre se recuerda el inconfundible arpegio de la guitarra. Pero hay muchas otras adaptaciones e interpretaciones con letras diferentes, pues en algunas el protagonista es chico y en otras chica, a veces parece que la casa es un prostíbulo, en otras una casa de juego y en otras no está claro. Y parece que nunca se sabrá qué es.
Todo el mundo puede tararear ‘La tierra de las mil danzas’. La escribió un desconocido autor y cantante llamado Chris Kenner en 1962. La letra enumera una serie de bailes populares en aquel momento, aunque Kenner se inspiró en un antiguo espiritual que se cantaba en el sur de Estados Unidos titulado ‘Los niños van a donde los envío’. Fats Domino aparece como coautor, pero sólo porque se comprometió a grabarla, sin embargo su versión tuvo menos repercusión que la posterior de Kenner. El inconfundible "na na na na na na" se le ocurrió al cantante del grupo Cannibal and The Headhunters en 1964 cuando en un concierto olvidó la letra. La más recordada, la de Wilson Pickett de 1966.
Hay mucho más rock basado directamente en el folk, incluyendo abundantes piezas de Bob Dylan, Pete Seeger o Dolly Parton, por no detenerse en la infinidad de bandas de rock celta que mantienen la tradición por todo el mundo.
Del mestizaje, de la combinación, de la variabilidad siempre sale lo mejor.
CARLOS DEL RIEGO