Revista Diario

También es mi mamá o sobre los celos entre hermanos

Por Sandra @sandraferrerv
Esta fue la contundente respuesta de mi hijo mayor a los gritos que mi hija pequeña daba ayer al ver que le tenía a él en brazos. La niña está en la fase que yo le llamo de la paparra o más cariñosamente, del koalita. Tanto monta. La cuestión es que está totalmente pegada a mi persona y no deja que nadie se me acerque. Cuando esto mismo me pasó con el niño, se hacía pesado pero no tenía el problema añadido de otro pequeño pero importante competidor. Ha llegado el momento de hablar de los celos entre hermanos.
Tú eres el mayor o el príncipe destronadoNo tengo nada en contra de los hijos únicos pero creo que tener un hermano o hermana puede ser una experiencia enriquecedora para un niño pequeño. Calificarle a un niño que va a tener un hermano de principe destronado me parece dar a priori una visión negativa de la situación. Evidentemente no tendrá todas las atenciones que hasta ese momento tenía pero tendrá experiencias nuevas y más positivas, creo yo, que le ayudarán a convivir y compartir. Aun aunque se peleen entre ellos.
Inevitablemente, cuando tienes más de un hijo, al primero lo identificas como el mayor. Pero es una identificación relativa. Tiene tres años, así que en verdad no es mayor. Para mí es mi bebé gigante. Así que no me gusta calificarle directamente como mayor. Se tiende a dar este título a los niños con hermanos pequeños y creo que es contraproducente. Sobretodo si el niño se da cuenta que es mayor porque existe alguien más pequeño. Para mí son simple y llanamente mi niño y mi niña. De esta manera evito que mi hijo no quiera hacerse mayor para parecerse a su hermana y recibir la atención que ella tiene. Porque regresiones ha tenido, vaya si las ha tenido.
Vuelta a empezar. Las regresionesMi hijo mayor estaba empezando a hacer cosas propias de su momento evolutivo como comer o vestirse solo. Pero entonces la niña empezó a gatear y pasó de ser un bultito dormilón a decir aquí estoy yo. Fue entonces cuando el niño quiso papillas de nuevo, volvió a gatear, a imitar los balbuceos de su hermana y, por supuesto, a no querer vestirse solo.
El tema de las papillas fue lo primero que noté. Me empecé a ofuscar pensando que todo iba a ir mal. Las cenas eran horribles porque no comían ni uno ni otro. Al final, solución salomónica. Le di parte de la papilla de la niña como la cosa más normal del mundo. En dos días se había olvidado de la papilla. Así que del resto de regresiones ya ni me preocupo. Sé que sabe hacer muchas cosas por sí mismo y si no las hace es porque está llamando la atención y si yo le muestro que eso me molesta creo que no vamos a avanzar.
Esto es míoOtro de los problemas surge cuando no sólo no quieren compartir a mamá sino que quieren el mismo coche o el mismo muñeco. Y no será porque no tienen juguetes, que tienen para aburrir. Ahí reconozco que no es tan fácil mediar. Es peor que ser un diplomático en pleno conflicto armado. Mi reacción es intentar ser ecuánime y enseñarles que pueden jugar un ratito cada uno y mostrarles otro juguete para que vean que pueden coger otras cosas además de las que tiene el otro. Intento evitar también frases del tipo deja jugar a tu hermana substituyéndolas por otras que le hagan ver que puede jugar con ella, que los dos juntos se lo pasan mejor que por separado. Y cuando la cosa no tiene solución les dejo que lo solucionen entre ellos, para que también aprendan a encontrar una salida a sus propios problemas. Si la cosa llega a las manos, intervengo, claro está.
Las comparaciones son odiosasPor favor, se han de evitar. Si uno andó a los once meses, felicidades, la otra ya andará cuando le parezca. Ni uno es más bueno que la otra, ni más ágil, ni nada. Se les ha de enseñar a aceptar sus diferencias y a ser como son.
Otra de las frases célebres que odio es la pregunta ¿a quién quieres más, a papá o a mamá?. Aunque pueda hacer mucha gracia, creo que si les enseñamos este tipo de competición al final hacen la pregunta ellos y te preguntan si les quieres más a ellos o a sus hermanos. Lo digo porque a mí me ha pasado.
Lo importante es que se quieranLo cierto es que a parte de alguna situación concreta de peleas típicas entre hermanos o de las regresiones puntuales, creo que mis hijos se quieren y eso es lo importante. Él la achucha siempre que puede, y ella sólo se ríe a carcajada limpia con él. Es un buen comienzo. Esperemos que dure.

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