Prácticamente todos los espectáculos que ha firmado Tamzin Townsend han sido un éxito. Ahí están El método Grönholm, Palabras encadenadas, Un Dios salvaje, Días de vino y rosas, Seis clases de baile en seis semanas, Carnaval, En la cama... Guarda, confiesa, un recuerdo especial de estos dos últimos trabajos: aquél, un desasosegador thriller de Jordi Galcerán; una arriesgada y desnuda comedia el segundo. Siento un gran afecto por ella; me parece una mujer de un gran empuje, que está entregada a su profesión. Es ambiciosa, incansable, enérgica, apasionada... Tiene un carácter fuerte y dice lo que piensa sin rubor, y eso no gusta a todo el mundo. Y es, ante todo, una gran directora a quien algunos niegan el pan y la sal y la infravaloran enmarcándola en el «teatro comercial» con cierto tono de desprecio. Aprendió a amar el teatro pasando las horas en las salas del National Theatre de Londres, escuchando allí a Peter Brook o a Judi Dench... Y respira por la herida cuando habla de nuestro teatro público, que todavía se le resiste; cree que es necesario, imprescindible, abrir al público -especialmente a los niños y los jóvenes- las puertas de nuestros centros teatrales; no pueden ser, únicamente, escenarios que levantan el telón a la hora de la función y lo bajan cuando esta ha terminado. Pide más actividades paralelas, mayor comunicación... Y no lo dice, pero está deseando trabajar en el Centro Dramático Nacional o en el Español, claro.
Tiene ahora entre manos varios proyectos. Está entusiasmada con un texto, Marburg, de Guillem Clua, que actualmente se representa en el Teatre Nacional de Catalunya; pondrá en pie, con Luis Merlo como protagonista, una nueva versión de Play it again, Sam, de Woody Allen (traducida aquí en su día como Aspirina para dos y en montajes posteriores como Sueños de seductor, igual que la película de Herbert Ross); y prepara una adaptación de la historia de Aurora Rodríguez, que Fernán Gómez llevara al cine en la película Mi hija Hldegart. Y mientras, mantiene en cartelera Seis clases de baile en seis semanas, en Madrid, y Un Deu salvatge (Un Dios salvaje), en Barcelona. Una mujer admirable.