Revista Opinión

Tan capitán que parecía un rataplán

Publicado el 25 enero 2020 por Manuelsegura @manuelsegura

Tan capitán que parecía un rataplán

Hasta que a mediados de la década de los setenta irrumpieran en TVE los payasos de la tele, es decir, Gabi, Fofó, Miliki y Fofito, ellos eran los reyes de aquellas tardes en blanco y negro y de pan con chocolate. Aquel elenco de personajes, a cual más disparatado, hacía nuestras delicias infantiles, pegados al televisor. Sabías o intuías más bien que eran o que no eran reales, pero lo que estaba claro es que querías parecerte a ellos.

Había uno al que llamábamos Locomotoro, conductor de todo menos del codo, un tipo inclasificable que llevaba boina, tenía un lenguaje propio y que se inclinaba hacia delante, fijando los pies juntos en el suelo, mientras nosotros nos preguntábamos, en acalorado debate con los hermanos y amigos, cómo diablos conseguiría hacerlo.

Luego estaba Valentina, la sensatez personificada del grupo, con su pelo rubio, sus gafas de pasta y sus palabras siempre apropiadas para cada situación. Era educada y dulce, ante las locuras disparatadas del resto.

Esa sensatez adquiría un complemento con la figura del tío Aquiles, un anciano vestido como de tirolés, quien siempre dejaba patente aquello de que la experiencia, en la vida, como en la mili, era un grado.

No me olvido de los hermanos Malasombra, dos personajes enlutados y malencarados, capaces de llevar a cabo mil tropelías, pero que tenían la virtud de transformarse en los Buenasombra y cambiar su negrura en la vestimenta por la blancura impoluta.

Y luego, claro, estaba el Capitán Tan, que era como aquel tío viajero y aventurero que todos tuvimos alguna vez y que, tocado con su salacot y su camiseta a rayas, nos contaba historietas que siempre iniciaba con aquella frase, que nunca olvidaremos los críos de mi generación: “En mis viajes por todo lo largo y ancho de este mundo…”. Y era entonces cuando los demás lo cortaban al unísono, con una especie de “no te enrolles, Charles Boyer”.

Después de casi toda una vida sin saber de él, esta semana nos llegó la noticia de la muerte del actor que representaba a aquel personaje que era tan capitán que parecían un rataplán. Se llamaba Félix Casas y tuvo sus inicios profesionales en la zarzuela, así como ejerciendo de galán de revista. Fue uno de los pioneros de TVE, en los míticos estudios del Paseo de la Habana, quien, cuando acabó su periplo como Capitán Tan, se dedicó, hasta su jubilación, a trabajar en una empresa de doblaje. Murió este miércoles, en su casa madrileña, a los 89 años, posiblemente sin ser consciente de lo que él y sus compañeros supusieron para aquellos niños que hoy acarician la sexta década de su existencia. Gracias por haberlo hecho posible.


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