Sí. Ya lo sé. Ya se que soy tan predecible como siempre, que cuando llega Cuaresma siempre te escribo lo mismo, los mismos rincones, las mismas miradas... Sí, lo mismo.
¿Pero qué le hago? Si me tienes tan loquito como el primer día que descubrí lo que era perderme contigo y no quiero dejar de seguir haciéndolo.
No me considero de esa clase de personas que se dan cuenta de lo que han tenido cuando lo pierden; yo sé lo que tengo y ni necesito ni quiero perderlo.
Pero no se que tienes que tú, bonita, estás todo el año, pero rondándote la primavera, lo estás mucho más. Me embriagas con ese aroma tan tuyo, ese que hace que me transporte a otra época, a otros recuerdos, otros momentos, pero siempre contigo.
Te necesito más de lo que puedes imaginar; esos naranjos en flor, ese incienso por las esquinas, ese cielo sin una nube al que suelo llamar "azul San Esteban", No sabría como explicártelo pero es una sensación que me eriza todos y cada uno de los vellos de la piel.
Como ves, no dejo de ser tan predecible como siempre, no dejo de escribirte lo enamorado que estoy de ti y lo celoso que me siento al saber que hay otros, y no es de extrañar, que te piropean y te escriben mucho mejor que yo, que no dejo de ser uno más entre muchos, pero que te quiere como el primero.
Te dejo ya. No quiero ser redundante en mis palabras, las mismas que me conoces desde siempre, las mismas que jamás dejaré de repetirte, porque como te he dicho al principio, no dejo de ser tan predecible como siempre.
Buenas noches Sevilla. Siempre tuyo
"Había olvidado lo que era mirarte, lo que era quererte, lo que era... sentirte"