El fallecimiento de Edgar Froese en 2015 parecía poner punto final a la trayectoria de Tangerine Dream como banda dado que se trataba del único miembro fundador que quedaba en el grupo y también de su principal impulsor, especialmente en las últimas tres décadas de existencia de la mítica formación alemana. Tangerine Dream siempre habían sido Edgar Froese y los músicos que en cada momento le acompañaban. Algunos tuvieron más peso que otros pero quien nunca dejó de ser importante fue el bueno de Edgar.
En el momento de la muerte de Froese, Tangerine Dream estaban integrados por Thorsten Quaeschning, Ulrich Schnauss y la violinista y violonchelista Hoshiko Yamane quienes decidieron seguir adelante con el proyecto, primero como banda de directo pero pronto también como un grupo de estudio publicando nuevo material procedente, en buena parte, de grabaciones inéditas de Froese de los años anteriores. Como resultado de esa primera revisión apareció un magnífico disco en 2017 titulado “Quantum Gate”, del que tendremos que hablar en algún momento. Hoy, sin embargo, vamos a centrarnos en el trabajo más reciente de los nuevos Tangerine Dream: “Raum”. Apareció a principios del año pasado y fue grabado ya sin Schnauss, sustituido por el teclista Paul Frick que se iba a convertir en el primer miembro de la banda que no coincidió en ningún momento con Froese.
Quizá como muestra de respeto o por un comprensible miedo a romper los lazos definitivamente con el fundador, en “Raum” seguimos encontrando material compuesto y grabado por Froese con la diferencia de que, en esta ocasión, se recurre a cintas más antiguas que en "Quantum Gate", incluyendo varias de los años setenta lo que ayuda a mantener la conexión entre el sonido actual de la banda y el más clásico que les hizo inmortales.
“Continuum” - El comienzo es muy sorprendente por la distancia que marca con el sonido habitual de la banda y lo hace fundamentalmente a través de una caja de ritmos muy vivaz que no encaja para nada con el estilo al que estamos acostumbrados. Superada la sorpresa inicial empezamos a disfrutar de una bonita secuencia muy cambiante que convierte la pieza en un agradable instrumental de pop electrónico con un tono muy actual pero en el que cuesta mucho reconocer a una banda como Tangerine Dream.
“Portico” - Cambia algo la cosa con el segundo corte, primero del disco en el que se utiliza material grabado por Froese. El comienzo es secuencial y combina atmósferas propias de los ochenta con sonidos y timbres más modernos, en una línea no muy lejana de lo que otros dinosaurios de la electrónica hacen en los últimos años (pensamos en cosas como la tercera parte de “Oxygene” de Jarre, por ejemplo). En todo caso, no es una composición que deje un gran poso aunque se deja escuchar.
“In 256 Zeichen” - Ya solo por la duración, cercana a los veinte minutos, las expectativas ante este corte son algo mayores que ante el resto. Comienza de forma muy relajada con distintos “pads” electrónicos evolucionando poco a poco durante unos minutos. Atmósferas y ambientes agradables, alejados de cualquier tensión que terminan cuando aparece el violín de Hoshiko ejecutando una melodía claramente minimalista que cambia por completo el rumbo del tema. Aparece una lenta línea de bajo y poco a poco se hacen cada vez más presentes las secuencias marca de la casa aunque en un tono más cercano al de los amables ochenta y noventa, lejos de la agresividad y personalidad de los Tangerine Dream de los setenta. Con el complemento de una discreta percusión entramos en la segunda mitad del tema, ahora sí con el sello de la banda dando una buena aproximación de lo que se podría esperar de ellos en nuestros días sin terminar de desprenderse del aire ochentero que tiene el tema principal que se repite una y otra vez en este tramo.
“You're Always on Time” - Uno de nuestros cortes favoritos del disco. Con un comienzo prometedor, aparece entonces un ritmo suave sobre el que empezamos a escuchar sonidos electrónicos que parecen evolucionar sin demasiado sentido hasta que entra la melodía central de la pieza. De nuevo con un sabor muy marcado a años ochenta pero eso es algo que encaja muy bien con el reciente “revival” que estamos viviendo en los últimos años con ejemplos claros como el gran éxito de gente como “The Weeknd”. En todo caso, es uno de los momentos de mayor inspiración de la banda en todo el disco, de nuevo con sonidos y efectos que nos recuerdan al Jean Michel Jarre más reciente.
“Along the Canal” - Confirmando que estamos en la mejor fase del disco llega la siguiente pieza. Una verdadera maravilla que hará las delicias de todos los aficionados al sonido electrónico clásico y que combina secuencias inspiradas con atmósferas llenas de magia y timbres nostálgicos como la inconfundible flauta del Mellotron recreada aquí probablemente con algún moderno software. “Along the Canal” es una esas piezas que justifica que una banda como Tangerine Dream siga activa en 2023.
“What You Should Know About Endings” - Las dos últimas piezas del disco vuelven a emplear material inédito de Froese comenzando por esta que comienza casi como prolongación de la anterior pero que no tarda en cambiar añadiendo velocidad a las secuencias. Hay algo más de gravedad en las atmósferas de fondo que bien podrían proceder del archivo de los setenta del bueno de Edgar pero esa oscuridad se diluye en los efectos sonoros aportados por el trío actual.
“Raum” - El disco lo cierra otra “suite” larga en la que vuelve a estar presente Froese. El comienzo es muy similar al de “Continuum” aunque sin la peculiar caja de ritmos que tanto nos descolocó entonces. Entramos entonces en territorio secuencial, como acompañamiento al principio y ya con todo el protagonismo a partir del primer tercio de la pieza. De ahí hasta el final es una gozada para los amantes de las secuencias y los ritmos propios de la “Escuela de Berlín” perfectamente adaptados a nuestros días.
Jerome Froese declaró poco después de la muerte de su padre que no creía que Tangerine Dream debiera seguir adelante sin él. Entendemos perfectamente que pensase así pero lo cierto es que, visto el trabajo de la que podríamos llamar ya la banda de Thorsten Quaeschning y su absoluto respeto hacia la figura de Edgar, nos parece muy correcta la decisión de continuar con el legado. Lo que no sabemos es si esta historia se prolongará mucho más en el tiempo o si lo hará mientras quede material original del propio Edgar por ver la luz. En todo caso, y en tanto no conozcamos la respuesta, discos como este “Raum” nos parecen una buena forma de seguir disfrutando de un sonido que goza hoy de muy buena salud. Mejor incluso que en epocas pasadas.