“Quien de vosotros esté libre de pecado que tire la primera piedra”, dijo Jesús hace 2.000 años, misericordiosa idea que podemos aplicar a nuestras faltas y las de los líderes sociales y políticos.
Admitámoslo: todos hemos evadido alguna vez el IVA de la mano de obra del fontanero. Y cometida esa falta, un pecadillo arrastra a otro, y poco a poco se termina engañando a la sociedad para favorecer a “la famiglia”, mientras damos lecciones de moralidad pública.
Comprendamos y perdonemos, pues, a Tania Sánchez, la exlíder de Izquierda Unida y televisiva ninfa comunista y podemista de Madrid, de palabra fácil y tópicos constantes, todavía relacionada con el pequeño Pablo Iglesias, aunque ambos lo nieguen.
Está imputada como concejal de Rivas Vaciamadrid –75.000 habitantes-- por prevaricación, malversación y tráfico de influencias en favor de una empresa de su hermano entre 2007 y 2011.
En tiempos de crisis, ¿cómo afearle a una concejal que le facilite 1,5 millones de euros municipales a la empresa del hermano, creada para extraer fondos públicos?
Ella declaró que no sabía nada de las actividades de “la famiglia”, pero, entendámosla, tampoco va a autodenunciarse, aunque sea tan sincera que reconoció que no pudo entrar en una universidad pública, la Complutense, por falta de nota; se diplomó en una privada carísima abonada por su padre, también concejal, y sin oficio conocido.
Cuando se disolvió el franquismo llegaron políticos nuevos al poder. Mucha gente los recibía satisfecha: “Aunque estos roben actuarán también como demócratas y no durarán cuarenta años de dictadura, como los que se van”.
Han pasado casi cuarenta años desde 1978 y aparece en tropel la nueva hornada, el relevo, y la recomendación de Jesús de no lapidar a la gente sigue valiendo hoy: Tania, estás perdonada.
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SALAS