Hay tantos temas por aprender, tanto conocimiento por adquirir. Al mismo tiempo, tanta información crea dispersión. ¿Qué es lo más importante por aprender? Lo que te hace SER. Recordar, es un don que tenemos. Pero también olvidar, es una virtud. Porque avanzar, es dejar de lado lo que no te alimenta, es perdonar. El reto de una persona al estudiar, es saber organizarse y automotivarse. También, la memoria es un factor importante en el estudio. Hay un vídeo de un italiano, en donde él demuestra su buena memoria, recordando como cincuenta números distintos, escritos en el mismo orden, en una pizarra. Tiene una excelente memoria fotográfica. Podría ser un gran científico, pero se dedicó a enseñar su habilidad. La competencia se hace dañina, cuando no alimenta a nadie. Crea una inquietud de quién es mejor.
Una colega comentó una vez, que hay que saber mirar al otro que admiras por su habilidad y preguntarte qué puedes aprender de él, para mejorar. Sin perder lo que te hace único. Estas palabras, se hacen difícil aplicarlas, cuando hay egoísmo. Soy graduada de educación preescolar y hubo una actividad que me marcó de una profesora, que me dio educación especial. La intención de ella, era que nos pusieramos en la piel de una persona ciega. Así que nos vendó los ojos y nos hizo salir del salón, hasta caminar a una escalera para subirla. Luego teníamos que devolvernos al salón, igualmente con los ojos vendados. Tuve mil sensaciones al salir del salón con los ojos cubiertos, aún sabiendo que conocía la universidad y había pasado por sus pasillos una y otra vez. Pero caminar por ellos sin ver, fue otro modo de conocer esos pasillos. Compartí esas mismas sensaciones con mis compañeras. ¡Todas sentíamos lo mismo! Aunque una de ellas es sorda y tuvo que recibir más apoyo por parte de la profesora, igual sentía miedo. En fin, todos recorremos caminos distintos en el aprendizaje de la vida, compartimos esas sensaciones cuando nos enfrentamos a un túnel desconocido. Es fácil juzgar, pero no ponerte en la piel del otro.
¡Cuántas experiencias de vida agradezco a Dios, por las que he pasado! Me encantó haber sentido la lluvia aquella vez en esa montaña y aunque hacía un frío del demonio (perdona mi expresión), compartí mis risas con el grupo…Hay un señor que vive en una hacienda, que llegué a comprarle un kilo de semillas de cacao. Me hizo un recorrido por su hacienda. Me iba enseñando el nombre de cada mata. Hasta me preguntaba sobre lo que él me había dicho. Quería probar si lo había escuchado. A veces mi mente se dispersaba y le respondía a medias. Pero él tenía paciencia conmigo. También me daba semillas de cacao para probarlas. Era como comer caramelo. Ese hombre, aunque no sea rico en lo material, es rico en lo que ha sembrado con sus propias manos. Me contó que hizo una plaza en la Universidad de Carabobo (queda en la ciudad de Valencia, Venezuela). En ese momento, mirándome con sus ojos humildes, me dijo que aunque no le pagaron mucho, sintió satisfacción por haber visto a esos niños jugando en la plaza.
Revista Opinión
Yo con el señor, que me vendió el kilo de semillas de cacao. En su misma hacienda, hay una fábrica antigua, que procesaba café y cacao. Funcionaba con agua.
Aprendiendo sobre la fermentación de cacao.
Mi amor por la montaña, se define en esta fotografía que tomé.