Un compañero (José Luis García) nos pasa el siguiente texto:
Sgeún etsduios raleziaods por una uivenrsdiad ignlsea, no ipmotra el odren en el que las ltears etsén ecsritas; la úicna csoa ipormtnate es que la pmrirea y la utlima ltera esétn ecsritas en la psioción cocrreta.El retso peude etsar ttaolmntee mal y aún pordás lerelo sin pobrleams, pquore no lemeos cada ltera en sí msima snio cdaa paalbra en un contxetso.¡Presnoamelnte, esto me preace icrneílbe! ¡La ptua mrade que lo pairó! ¡Tnatos aoñs de colgeio a la mrieda!
Así que tanto esfuerzo desde pequeñitos para aprendernos eso de "la m con la a, ma; la n con la o, no; y ahora todo junto, ma-no", etc., ¡y ahora resulta que da exactamente igual el orden en el que aparezcan las letras en las palabras (menos la primera y la última, como afirma el estudio)!
Debe de ser éste el motivo por el que el cartel que os mostramos lleva tantísimos años en el mismo lugar, sin que nadie se haya dado cuenta del error: ni quienes lo encargaron, ni la empresa de cartelería, ni quienes lo colocaron en su lugar, ni mucha gente que pasa por allí a diario. Bueno, a lo mejor es que directamente lo han procesado como correcto. Sí que es increíble el cerebro humano...
Por cierto, para los curiosos, el cartel se encuentra en plena Gran Vía madrileña, en una de las esquinas que dan a la plaza de España; y la fotografía fue hecha por Juan Martínez Jarque desde la esquina contraria, junto a la salida del metro donde está el Starbucks.