¿Qué es para mí el Tantra? La más absoluta y profunda desnudez emocional que puedas realizar.
No me gustan las etiquetas. Las doctrinas. Las ‘formas-estilos’ de vida. Creo que el encasillarse en ‘algo’ no permite que evoluciones, que te descubras, que te sorprendas. Tu mente te atrapa en eso y no te deja ver nuevas realidades. Y sin una vista de Halcón…, la Vida puede quedarse en algo muy limitado. Con poca libertad de acción. De disfrute. Y de elección.
Cuando te cierras a un modelo, sólo te estás abriendo a tener experiencias relacionadas con ese modelo. Y podemos caer en la trampa de Creer que lo ‘nuestro’ es lo mejor. Y que el resto… están equivocados. Que no son los correctos. Y los juzgamos. Y nos creemos superiores. Más conscientes. Más espirituales. Más ‘en todo’.
En mi Mundo habitan muchos mundos. Y a la única persona que sigo es a mí. No me da tiempo de poner en un altar a nadie más. Con saber quién soy y dónde estoy yo, te aseguro que tengo más que suficiente.
Conocí el Tantra hará unos tres años. He realizado unos cuantos talleres relacionados con él, con diferentes profesionales, sesiones individuales, un viaje, sanaciones sexuales… De todo un poco y mucho más. Y me ha ayudado (y sigue haciéndolo) mucho en mi autoconocimiento, en la sanación de mis heridas, en el Recuerdo de lo que es el AMOR.
No me considero tántrica, igual que no me considero mujer ni catalana ni enfermera ni lesbiana ni ningún concepto que pueda definirme de alguna manera. Lo soy todo y no soy nada a la vez. Me puedo llamar así, pero no soy eso. Porque si me lo Creo, si me identifico con cualquiera de esos nombres, me ‘muero’. La Existencia, la Vida, tú, yo, no puede ser descrita, expresada con palabras. Con letras. Porque cualquier intento de ello, la desvirtúa. La corrompe. La desmerece. La falsifica y la estropea. Le arrebata todo su Sentido que sólo puede ser sentido y entendido a través del Corazón.
¿Qué es el Amor? No se puede explicar. Y por muy bien que te expliques, jamás, jamás, jamás… podrás llegar a transmitirlo tal cual es.
Con el Tantra pasa lo mismo. PARA MÍ (y lo pongo en mayúsculas), no tiene nada que ver con el sexo. Ni con aprender una técnica de respiración. O con subir la energía sexual. No son posturas para obtener más placer. O para tardar más en correrte. O para no eyacular. No tiene nada que ver con los cuerpos. Ni con los masajes. Ni con el Yoni, el Lingam o Amrita. Ni con Shiva ni con Shakti. Ni con el mirarte fíjamente a los ojos. Ni con los orgasmos. Ni con lo femenino ni con lo masculino. Ésta es su parte más ‘superficial’. Si le quitamos todo eso, el Tantra seguirá existiendo. Seguirá SIENDO. Así que ésa, no es su verdad.
Es algo mucho más profundo. Mucho más íntimo. El Tantra te toca el Alma, no la piel. Es una desnudez emocional, no corporal. Es Hacer el Amor, no echar un polvo. Es Verte, no mirarte. Es escucharte, no oírte. No es sentarte en posición de loto, cantar un ohm y dejar la mente en blanco. Es MEDITAR, sin el ‘cómo’. Es la infinita y eterna Presencia del Silencio. De aquello que es imposible callar.
Para poder Tantrear… con alguien, antes tienes que haberlo hecho contigo. Antes tienes que haberte atrevido a abrazar tus sombras. A mirarlas de frente. A no huirlas. A ACEPTAR todos tus miedos. Llorar todas tus lágrimas. A SENTIR todo lo que has sido, lo que eres y lo que puedes llegar a ser. Sobretodo, lo que no te gusta. Lo que rechazas. Lo que más escondes. Lo que más te aterra de ti.
Si no te amas a ti en tu totalidad, si no te haces el amor a ti, no se lo puedes hacer a nadie. Porque sino, en cuanto aparezca un dolor en el otro, no sabrás cómo sostenerlo. Cómo gestionarlo. Cómo Acariciarlo… Y lo único que pretenderás, será que desaparezca lo antes posible para que no te recuerde todo aquello a lo que no te has enfrentado tú. Todo lo que has encerrado en el cajón de tus secretos. En tu cuarto oscuro.
Por eso hay tan pocas personas que hacen el Amor. Porque para ello es necesario abrirse a tu vulnerabilidad. A Sentir lo que surja. Sin juicios, sin condenas. A llorar si hay que llorar. A que te duela. A que te desgarres por dentro. A no controlar. A lo desconocido. Abrirse a esa intensidad llamada Vida que no soportamos porque nos hemos acostumbrado a latir con la mente, en lugar de con el Corazón.
Y sin esa conexión, primero contigo y luego con el otro, no hay Verdad. No hay un Amor Real. Hay máscaras. Hay muros. Protecciones. Corazas con las que ni te conoces ni te pueden conocer. Y todos sabemos de qué estoy hablando. Hay mucho miedo a comunicarse. A expresarse. A sentirse con el pecho al descubierto. Hay mucho miedo a sufrir. Y lo entiendo. Yo he pasado por eso. Estoy pasando por eso. ¿Pero sabes qué es lo que me daba (me da) más miedo? No Amar como sé que podría haber amado. No vivir cómo sé que podría haber vivido. ‘Dejar de hacer’ por ‘miedo a’. Y que en mi último día, me arrepintiera de todo ello.
Por eso comprendo que haya tanta gente ‘adicta’ al Tantra. A sus cursos. A sus talleres. Porque ahí, nadie (casi…) se esconde. Y te sientes libre para sentirte… como te estás sintiendo. Y las relaciones que se establecen, son desde ese anhelo a conectar contigo, con tu Alma. Aunque parezca que sea con la del otro. Y este tipo de relaciones, no suele encontrarse ‘en la calle’ porque casi nadie es tan honesto, tan valiente, como para dejarse ‘penetrar’ el Alma. Pero si eso no lo llevas a tu día a día, contigo, con todo lo que te rodea, el Tantra se convertirá en una distracción más. En una ‘droga’ más que únicamente utilizarás para evadirte de tu realidad. Para escaparte de tus temores. Para no tomar decisiones. Para no hacerte responsable de tu vida. Para buscar el amor fuera en lugar de dentro. O simplemente, para echar un polvo.
Es como pretender que una meditación de 5, 10, o 15 minutos al día puede realizar algún cambio en ti. Cuando la meditación Real, es la que llevas contigo las 24 horas. Es la consciencia con la que caminas (aunque estés parado). Tú eres la meditación, no la técnica que te han enseñado ‘para’.
AMO el Tantra. Pero no el que viene en los libros. No el que se practica. No el que se lee. No el que se aprende ni el que se enseña. Sino el que se SIENTE. El que te desnuda emocionalmente. Y eso, sólo lo puedes hacer tú. Es una decisión que debes tomar. La decisión de querer Vivir sin miedo a Amar. Y cuando lo haces, cuando has experimentado lo que es ir ‘más allá’ de la piel, del sexo, ‘de lo que se puede explicar’, es imposible volver atrás.
Y ya no te conformas con medias tintas. Ni con personas que sienten, viven y aman a medias (tú incluida). Y vas a por todas, aunque te tengas que quedar sin ninguna. Y es cuando te quitas todos los disfraces que llevas, los tiras a la basura y te dices: ¡Que sea lo que Dios quiera! Aunque te cagues de miedo. Aunque te tiemblen las piernas.
Y si me caigo, ya me levantaré. Y si me pierdo, ya me encontraré. Pero no quiero pasar por aquí de puntillas sin haber experimentado lo que es Amar sin medida.
No quiero, joder. NO QUIERO…
¿Y tú? ¿Cómo quieres Vivir?
(Nunca es tarde para hacerlo…)
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