Dentro de pocos años será disciplina olímpica, porque a este paso, esa práctica que está de moda en el mundo del deporte, lo van a convertir en una especialidad deportiva más. Me refiero a ese gesto tan habitual entre deportistas como es el de taparse la boca mientras mantienen una conversación.
Sinceramente, la imagen me parece algo cómica. A veces, he pensado si existe un problema generalizado de halitosis, pero dudo que los deportistas de élite sepan lo que es estar en alguna lista de espera de la sanidad para que sean tratados por el especialista de turno. Así que, descartado un problema de salud, resulta evidente que lo hacen por esa necesidad de proteger la privacidad de sus conversaciones y evitar que periodistas y contrincantes sepan de sus “estrategias deportivas”. Al parecer, ese gesto se ha tenido que revelar como una medida eficaz de contraespionaje, porque desde hace tiempo la prensa ha dejado de publicar noticias sobre conversaciones públicas entre deportistas. No quiero pensar que ese gesto haya tenido algo que ver con los EREs que se han producido en diferentes medios de comunicación, y que se hayan despedido a profesionales contratados exprofeso para leer los labios.
Es cierto que dicha práctica ha trascendido del ámbito deportivo a otros de nuestra sociedad, y tanto se está generalizando, que ya no resulta extraño comprobar como en algunas reuniones, sus participantes se tapan la boca para que nadie sepa de lo que están hablando.
En fin, en el pasado habríamos recibido alguna reprimenda de nuestros mayores que decían que era de mala educación lo de taparse la boca mientras se hablaba, pero como hoy lo de la buena educación tampoco parece que interesa tanto, pongámonos todos un bozal para hablar. Y no por aquello de morder, sino por lo de callar.
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