Coca Cola y McDonald’s fueron dos de los principales símbolos que americanizaron el mundo, junto con el cine de Hollywood, y que hicieron clientes de sus productos a muchos millones de personas por todo el todo el planeta.
Aquella Marca USA creaba un imaginario atractivo que llevó además a imitar su ropa, modas, modos, música y costumbres.
Quizás esté pasando algo parecido, en un grado todavía pequeño, pero que crece aceleradamente, y crecerá más si se explota bien, con el atractivo imaginario de España gracias a uno de sus nombres más internacionalizados, el de las tapas de sus bares.
Claro que los españoles no son muy dados a sacar beneficio de lo que descubren: no lo hicieron con lo que traían de América, oro, plata, tabaco, ni siquiera las patatas o el chocolate, ahora más belgas, suizas, irlandesas o inglesas; hasta suecas.
Acaba de abrir en Nueva York el último de los numerosos bares de tapas aparentemente españoles, Toro, cuyos propietarios bostonianos, Ken Oringer y Jamie Bissonnette, tras el éxito del primer Toro en su ciudad de origen, se instalaron en Chelsea, actualmente cosmopolita barrio bohemio de Manhattan.
Por EE.UU. aparecen diariamente nuevos bares así, creados por españoles, como el cura Lezama o José Andrés, pero sobre todo por mexicanos y hasta por chinos, que aprovechan popularidad de tan sabrosa palabra mucho más que los verdaderos españoles.
La palabra y la obra llamada Tapa podría ser una vanguardia mundial de la Marca España, aunque se hacen barbaridades en su nombre: Oringer y Bissonnette ofrecen, además de patatas bravas, aperitivos tan extraños como el británico “corazón de buey romanesco”, quizás pretendiendo que eso tiene algo que ver con los callos.
Luego, Toro y otros lugares españolizantes, más que barras para picar y beber vino o cerveza españoles, sorprende la placentera abundancia de La Estrella de Galicia en Nueva York, tienen mesas en las que sirven platos variados al precio de entre 30 y 50 dólares, 22 y 37 euros, por persona.
Eso sí, la decoración de corridas de sol y toros, sanfermines, flamenco, fiestas, paellas, procesiones, vida nocturna,tópicos de los que huyen muchos españoles son parte de esos homenajes a la Marca España, tan mal explotada por los españoles.
Si viaja a Nueva York, pase por Toro en la 85 10th Avenue y sabrá cómo ven realmente la Marca España, aunque por la calle 14 siguen los bares tradicionales españoles de los años 1920 y 1930 que no han sabido o querido ponerse al día aprovechando la tendencia
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SALAS