Si con 'Malditos Bastardos' Quentin Tarantino pervirtió el género bélico y dejó claro que él era un director brutalmente creativo que contaba sus propias historias al margen de lo que pasara en la Historia en general, sin ser un cronista, con Django vuelve a hacerlo y transforma el género western en lo que a él le apetece para contarnos la historia de este esclavo (Jamie Foxx, que borda absolutamente el papel como en casi todas sus películas), que encuentra la oportunidad de hacerse cazarrecompensas junto a un doctor alemán (Christopher Waltz,
Pero no nos olvidemos que estamos ante una película de Tarantino, tiene que haber violencia a granel, alguna que otra explosión antes de los créditos finales e hipérbole tras hipérbole hasta rozar la exageración y la brutalidad. Eso sí, esta violencia compartida con la odisea de Django por salvar a su mujer, es un encanto de esta película que se agradece (y es que los litros de sangre artificial y de vísceras se digieren mejor con un poco de amor).
Lo que creo que le falla a esta película no es la violencia (si vas a ver algo de este hombre, sabes a lo que te expones), ni las interpretaciones de sus actores (todos brillantes), ni esas música tan suya ni esa perversión del género western. Lo que creo que le falla a la película es lo que dura. No se hace lenta, pero sí que creo que el clímax de la película, el momento brutal del tiroteo en casa de Calvin Candie, está bastante lejos del verdadero final, que si bien es casi apoteósico, te pilla un poco desinflado y algo fuera de la historia. A parte de ese detalle del metraje, el resto de la película me ha parecido brillante. Eso sí, si no te gusta Tarantino, no esperes que viéndola empiece a gustarte porque sí.
A él le dará igual, en serio.