Revista Opinión

Tarde de Jueves Santo

Publicado el 04 abril 2013 por Cspeinado @CSPeinado

Tarde de Jueves Santo.

CSPeinado. Hay pasos y Pasos...

Tuve la honrosa experiencia de pegarme el gran madrugón para asistir a Málaga con el objetivo de ver los cortejos procesionales en la jornada del pasado Jueves Santo. Cómo nada es gratis en ésta vida, el hecho en sí me costó de entrada un depósito de gasoil y desayunar, comer, cafear y cenar en ruta, saliendo de Jaén a eso de las seis de la mañana y retornando al hogar, dulce hogar en torno a las una de la madrugada del día siguiente. Una jornada extenuante pero ciertamente satifactoria por cuanto si bien la semana santa de Sevilla es algo memorable, la de Málaga y que me perdonen los adustos y ortodoxos amantes del estilo "por dentro", es francamente, impresionante. No ya por la devoción, por el sentimiento o la forma de procesionar, que de todo y bueno hay en éstas fechas en España en general y Andalucía en particular. Impresionante porque, en su estilo, en su forma de procesionar, muy a lo bestia, no se puede llamar de otro modo es donde reside a partes iguales su espectacularidad y por supuesto su unicidad.

Singularidad de Trono.
Yo me inicié, en su día, cómo costalero en un trono a varal. Para el que sea profano en las lides cofrades, diré que son esos pasos en los que aquellos que lo portan van por fuera, con varales que salen por delante y por detrás, que sería en sí, el contrapuesto al estilo sevillano de parihuela o paso "por dentro". En sí, nunca me llamó demasiado la atención un paso en que no sabías si debajo de las trabajaderas había hombres, mujeres o vaya usted a saber. Siempre fuí más del estilo "malagueño" por cuanto determinados pasos, crucificados, o expiraciones, Cristos en la cruz en definitiva, me parecen que ganan, con creces, si son portados por hombres de trono, hombres que, con su traje de estatutos, evolucionan al compás del tambor o la caja y bajo el mando de una campana, cómo complementario acompañante de un capataz de rancio abolengo. Siendo tal la estirpe de capataces que se pierde en la noche de los tiempos con su padre, su abuelo, su bisabuelo...
No obstante, yo comprendo y cómo tal lo he explicado muchas veces en mi carácter de gerente del ya querido, añorado y desaparecido "El Rincón Cofrade", que en Sevilla, ciudad de entramado original árabe, cuajado de callejas, de callejuelas puestas a voleo, es una barbaridad meter un barco de los que con tanta gracia manejan en Málaga, ciudad marinera y con calles ciertamente de más amplitud que el centro de Híspalis. Al menos ese era mi parecer hasta el pasado jueves santo cuando, muy a mi pesar, tuve que descubrirme ante la capacidad de una buena cuadrilla y su capataz al ver torcer una esquina entre dos callejas, al más puro estilo de las existentes en la Capital, con un paso, el de la Santa Cruz, sin necesidad de apurar, recular ni retroceder. Ahí se me cayó el mito del pretendido recorte de los pasos sevillanos por la amplitud de la calle. No digo que tenga que ver, pues el referido paso es recortadete en comparación a, por ejemplo, el de Mena, Zamarrilla o Santa Cena pero aún así...
Legionarios, pescaito y salitre.
Aún sin irme por las ramas, si diré que el Jueves Santo en Málaga es un día memorable. Más aún lo es la noche, pues cuando fui a recoger el coche, aparcado por la mañana al lado del ascensor de la Alcazaba que prácticamente estaba vacio y a un tiro de piedra del Muelle número Dos donde la Legión efectuaría su desembarco a las once de la mañana, ya había navajazos para ir pillando el sitio que yo iba a dejar. Volviendo al desembarco algo que recomiendo a todo el mundo, pues es algo admirable. Desde la llegada de la Legión a bordo del Contramaestre Casado, su desembarco, acto a la autoridad y desfile hasta la Cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, nada se puede dejar de lado. Mucho  menos la entronización del Santo Patrono del Cuerpo,a la que existe una multitud tal que si no te vas de madrugada, nada de nada. Así nos pasó con el desembarco, que llegando a las ocho de la mañana, ya había peña apalancada desde las cinco y media de la mañana. 
En definitiva, un día muy largo en que tuvimos tiempo de empaparnos de ese espíritu cofrade "distinto" de la provincia de Málaga, ahora que el estilo de Jaén tan en peligro se encuentra debido a la moda sevillanizante en la que sucede lo mismo que los charnegos en Cataluña, cuanto más andaluz o extremeño es el ascendiente, más apegado al nazimbécilismo está pegado el descendiente. Aquí los muy jaeneros son los que más defienden el costal cuando, el varal y el hombro han sido lo que han sacado, desde tiempos inmemoriales, los pasos a la calle. Volviendo a las volutas del incienso, tuvimos gran cantidad del mismo en los aledaños de la Santa Cena, donde los acólitos turiferarios de la Santa Cena se empleaban en gastar carbón a base de humear a la población. Silencio y paso quedo en Santa Cruz. Popular paso el de Viñeros que más parecía algarabía que procesión a su paso por la Tribuna de Pobres, comiendo pipas, sentados en hamacas y aplaudiendo a cada toque de campana.
Mena y Santo Domingo.
El Jueves Santo es un día grande sin duda y en Málaga se vive de forma intensa. Al menos los vendedores de hamacas andarán contentos, pues ya sea en los aledaños de la Tribuna de los Pobres, al comienzo de la Alameda Principal o en otros puntos de la Capital, el pueblo se apalanca durante toda la tarde y ya bien entrada la noche para ir viendo pasar las distintas advocaciones por las que se conoce a Cristo y María en el continuo pasear de sus veladas de Penitencia. Ahora bien, la grande de ese día, con permiso de Zamarrilla, es Mena. Un portentoso crucificado que ostenta el patronazgo del cuerpo de asalto por excelencia de nuestro Ejército y que se ve acompañado por una compañía y escuadra de gastadores en el cristo y con una representación de la Armada en la virgen. Todo un compedio de la unión entre nuestras Fuerzas Armadas y las cofradiás, que intento sesgar, si éxito, una dentuda de amargo recuerdo. Jueves Santo, tu Gran día...


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