Tarde de sábado

Ayer por la tarde estuvimos en el Mercado de San Miguel. Tanto bombo y platillo anunciándolo cuando lo re-inauguraron, nos parecía delito no haber ido todavía a visitarlo. 
No sé si es que ayer era un mal día (puede que todos los sábados lo sean) pero no me gustó. El edificio es muy bonito, es cierto, pero esperaba otra cosa del interior. No deja de ser una especie de feria de la tapa, pero en versión comida de autor y con un público algo más fashion. Yo esperaba un mercado donde hacer la compra diaria, con más surtido y más especialidades, pero un mercado en definitiva. Y no, es más bien un local de tapeo con diferentes puestos, curioso, eso sí: ostras, blinis, croquetas, pasta fresca casera...Pero nada más.
Ah, y un calor de la leche. No sé si se les olvidó instalar el aire acondicionado, porque del techo lo único que caía era un vapor de agua muy puñetero, al que le tengo una manía espantosa como buena alérgica a los hongos ambientales. ¿He dicho ya que no soporto la humedad?.
El Mercado y toda la zona Callao-Sol-Plaza Mayor estaba a reventar, como siempre. Esta vez con invitados estelares: los hoolingans que iban a acudir a la final de la Champions. Un público de lo más apropiado para una tarde familiar, con sus bonitos cánticos, sus vomitonas junto a las columnas de la plaza, su caminar serpenteante entre la gente, sus trompetas. Me acordé mucho de Mamá en alemania y también de Alex. Pero más de Mamá en alemania, porque los del Bayern ganaban con diferencia a los italianos en mala educación y nivel de alcohol en sangre. 
Y de mis padres, a los que le gusta más el fútbol que a nadie en la familia y que están deseando poder inculcar al niño el amor al Madrid. Pensar que un día yo fui tambié una forofa... Que el día que ganamos la séptima me hice hasta un vídeo-reportaje de cómo se vivió el evento en mi casa, bandera colgando de la terraza incluso. ¡Qué tiempos adolescentes!.
De todas formas, el panorama del centro de Madrid me parece igual de sucio y feo con o sin hooligans. Cada vez me gusta menos. ¿Por qué está todo tan descuidado, tan lleno de porquería, con olor a meado en todas las esquinas?. Si yo fuera turista creo que no me iba a gustar nada la ciudad, por lo menos no la zona centro.
No estuvo mal la tarde a pesar de todo. Es un gusto poder hacer cada vez más cosas con el bebito.
Eso sí, hemos descubierto que en breve vamos a empezar a ser acosados por todos los que venden globos, se ofrecen a hacerse fotos disfrazados de ¿Bob Esponja? y demás performances. Habrá que andar con los ojos bien abiertos para darles esquinazo, que ayer ya comprobé que se las saben todas para llamar la atención de los niños.