Una de esas frases es la del título de esta novela que, la igual que la de Vargas Llosa, es clave para entender al Perú. Más de una vez hemos escuchado que es un país de "todas las sangres", como reflejo de que somo una nación donde se ven reflejadas, confusas, todos los credos, culturas y costumbres.
Algo de esto se ve en la última novela que publicó Arguedas antes de suicidarse. Es curioso que, en un simposio celebrado al año siguiente de su publicación (del cual pueden descargar el libro aquí) hayan cuestionado que la referida obra presentaba una realidad distorsionada de la realidad peruana. Todo lo contrario: luego de cincuenta años, parece más actual que nunca, al reflejar el conflicto entre campesinos y una gran empresa minera, el del capital extranjero vs. el nacional, además de la tremenda desigualdad social y desconocimiento que tenemos del mundo andino.
Tiene un inicio espectacular: un viejo, insultando a todo el mundo, que se sube a lo alto de un campanario para suicidarse. Pero además en sus catorce capítulos también sabe mantener la tensión con una sucesión de hechos: los personajes se interceptan las cartas, reciben anónimos, hay sabotajes, disparos, muertes, explosiones, intrigas, misterios como el del "Amaru" de la mina, etc. Y es que en esta novela pareciera que nadie confía en nadie: ni Don Fermín en Cabrejos, ni este en Don Fermín, ni este en su hermano Bruno, ni Cabrejos en Demetrio Rendón Wilka, etc. Es este último personaje del que recuerdo la escenas que más me gustó: cuando el ingeniebrio Cabrejos trata de emborracharlo para sacarle info y él, bastante sano, le responde con tranquilidad a pesar de todo el trago que tenía encima. Esa parece ser siempre la actitud de Demetrio Rendón Wilka: pacífica, serena, saber que a pesar de los incontables abusos que cometieron con él y su pueblo, hay que evitar la violencia.En resumen, una obra más extensa que El sexto y Yawar Fiesta, más entretenida que Los ríos profundos y más digerible que El zorro de arriba y el zorro de abajo. Ayer fue el cumpleaños de José María Arguedas y, si estuviera vivo, vería que algunas cosas no han cambiado tanto.Bonus track: Un recorrido por los escenarios de Los ríos profundos