Tarjeta roja a Pepe

"Ha sido una decisión rigurosa y determinante. Ha sido una entrada dura, pero no malintencionada, donde el jugador mide mal. Yo dudaba si iba a sacar la amarilla y me sorprendió la roja. Sin duda, ese momento cambió el trámite del partido", comentó Jorge Valdano a los medios con relación al comportamiento del jugador madridista en el derbi de ayer.

La expulsión de Pepe no debería haberse limitado al césped del Bernabéu, sino que habría de incluir el país entero. Existe la obligación moral de deshabilitarle para la práctica de cualquier deporte profesional en este país, desde que vapuleó, ante las cámaras, a un compañero tendido en el suelo, cosiéndolo a patadas, lo que solamente le supuso diez partidos de suspensión.

No es tolerable que alguien con los fabulosos ingresos que percibe anualmente por la práctica del balompié, se comporte en el terreno de juego como un vulgar gamberro, como una bestia o animal irracional; Pepe es un peligro para cualquier equipo de fútbol en el que la técnica de juego sea más importante que la fuerza, propia de otras actividades deportivas, como el rugby. Tal vez en Estados Unidos sería una estrella practicando fútbol americano, en donde resulta lícito atizar al contrario sin más motivo que su presencia en el terreno de juego, pero aquí, en España, con dos equipos de la calidad que tienen el Real Madrid y el Barcelona, no se puede entender la entrada de este cafre, capaz de segar la pierna no solo a un deportista, sino a un compañero de profesión, al fin y al cabo. La roja debería resultar permanente para este jugador.