Revista Cultura y Ocio
Léeme el tarot.Te pedí intempestivo.Lentamente ascendimos la torrey en cada peldaño extraías una cartaque yo iba dejando caer como migas de panpor si acaso mi estrella extraviabaen tu sacerdotisa.Dejamos el mundo como un ermitañocontiguo a la puerta.Dispersamos la ropa y dos cartas siniestras.Otras más sobre el diablo.Y la última,aquella que templa en sol el destino,la vio atravesar la ventana sin antes mirarlo que luego el espejo escribieraen su diario plateadohaber visto desnudosa los enamorados.