Hace unos días hablaba en este blog de la zona de Rinlo y de la charca artificial que se había formado en la fosa realizada para la construcción de una piscifactoría de ridaballo en las proximidades de las cetáreas abandonadas. Este encharcamiento de agua dulce, al ubicarse a escasos metros de la costa, tiene un gran atractivo para las numerosas aves que llegan agotadas después de cruzar el golfo de Vizcaya durante la migración. Aquí encuentran agua para beber, alimento y un lugar para refugiarse y descansar.
El pasado viernes, a la vuelta de la salida en barco desde Cariño hicimos una parada en Rinlo y nada más llegar vimos el grupo de seis tarros blancos (Tadorna tadorna) jóvenes que llevan un par de semanas en la charca. Los primeros días el grupo era de 7 animales pero uno parece haber desaparecido.
Hace varias semanas que no llueve en condiciones y las altas temperaturas de los últimos días han reducido considerablemente la superficie de la lámina de agua, y en sólo unos días las orillas han quedado completamente secas. La rápida desecación de la charca no parece haber afectado a la presencia de limícolas, que incluso han aumentado en número en los últimos días, sobre todo los correlimos comunes (Calidris alpina) y chorlitejos grandes (Charadrius hiaticula), pero lo más llamativo fue un grupo de cuatro Andarrios bastardos (Tringa glareola), que eran mucho mas desconfiados que las otras especies y se asustaban y salían volando tan solo con que alguien pasara caminando por la pista a varios metros de ellos.
Andarrios bastardo
Correlimos común
Chorlitejos grandes
La charca de Rinlo es un buen ejemplo de la importancia de los humedales costeros para la avifauna, tanto residente como invernante y migradora. Es increíble como un lugar sin ningún tipo de manejo específico ha conseguido atraer a una gran cantidad de especies de aves en tan sólo un par de años desde su creación. El problema actual es la falta de protección de este lugar que lo hace muy atractivo para los amigos de la escopeta.