CONCURSO DE RELATOS "ALIANZA LIMA CORAZÓN"
Organizado La Hermandad Aliancista![“Tata, Lo hice por ti. Lo hice por ALIANZA”[ Ganador en los relatos 2015] “Tata, Lo hice por ti. Lo hice por ALIANZA”[ Ganador en los relatos 2015]](http://m1.paperblog.com/i/418/4189215/tata-hice-ti-hice-alianza-ganador-relatos-201-L-s3fXBe.jpeg)
"Tata, Lo hice por ti. Lo hice por ALIANZA"- Primer Lugar
El bus ya está cerca de casa. 20 minutos, quizá 30, es lo que hace falta para llegar. Alejandro ha pasado, de la emoción y el cansancio, al nerviosismo. Aún no sabe que es lo que va a decir.
Tres semanas atrás, cuando cumplió 12 años, Alejandro había recibido propinas de su padre y de su padrino. Cuando pudo contar su dinero, y lo sumó a sus pequeños ahorros, notó que tenía reunido más de 4 millones de Intis. Desde ese momento fue elaborando su plan. "Cuando Alianza juegue en Huaral me escapo para ver el partido", fue lo que pensó la noche de su santo.
Así, siguió con su rutina de escuchar los partidos por la radio - cuando no se iba la luz o la señal de la única emisora que los transmitía - y de leer las incidencias y comentarios por los diarios; aunque las páginas deportivas llegaran a Chimbote - su ciudad - con dos o tres días de retraso.
No tuvo que esperar mucho para que llegara la séptima fecha del Torneo Descentralizado; cuando Alianza Lima jugaría contra el Unión Huaral. Alejandro debería esperar un par de sábados para ir al encuentro de su equipo.
Inicialmente pensaba viajar en completo secreto. Pero se dio cuenta que eso sería imposible. Necesitaba ayuda para hacer creer en su casa que estaría en otro lugar y que eso no despertara demasiadas sospechas. Habló con su primo Pepe - hincha de Alianza, como él y su 'Tata' - y, no sin cierto temor, le contó su plan. Pepe era algo mayor que él, y a sus 17 años se agenciaba algún dinero como peón eventual de las bolicheras del puerto. "Eres un valiente para viajar tú solo, chino. Si tú nunca has salido de tu barrio", bromeó Pepe; quien aceptó ayudarlo.
Así, llegado el día, Alejandro salió de su casa, donde pensaban que se iba a trabajar al mar, para dirigirse a un paradero de autos-colectivos con destino a Huaral.
Ahora, en el bus, recuerda con emoción cada paso que ha dado a lo largo del día: su nerviosa conversación con el chofer del colectivo, las miradas de la señora que se sentó a su lado, el momento que tuvo que preguntar dónde estaba el estadio, el viejito que le ayudó a regatear una entrada.
Alejandro entró a la tribuna popular cuando el estadio 'Julio Lores Colán' se encontraba poco poblado. Puedo observar como las polvorientas gradas fueron llenándose, y como el ambiente festivo, de pueblo, se iba apoderando del recinto.
Poco antes del inicio del partido se escuchó un estruendo. Era la pirotecnia que anunciaba el ingreso de la 'gente de sur', como él había escuchado llamar a la barra de Alianza Lima. Eran 30 o 40 jóvenes que portaban banderas, una campana y un par de bombos. Muchos con el torso descubierto y algunos con indumentaria del club. Con una mezcla de naturalidad y agresividad, tomaron la parte central de la tribuna y colocaron sus banderas en el enrejado.
Una vez que ellos empezaron a entonar sus himnos, sus canciones, sus estribillos, Alejandro venció su timidez y se les acercó. Hizo un esfuerzo por aprenderse los cantos y empezó a corearlos como si fuera uno más. Nadie reparó demasiado en su presencia - salvo un par de sonrisas amistosas de los que él consideraba más grandes - pues ellos estaban concentrados en cantar y en que las botellas de licor que circulaban volvieran a sus manos. Y así, en medio de la energía de ese grupo, de su emoción por cantarle a su equipo, del ambiente a alcohol y el olor a humo con aromas extraños, Alejandro vio por primera vez salir a Alianza Lima a un campo de juego.
Alejandro saltó y gritó como nunca lo había hecho. Las lágrimas bajaban por su rostro y se mezclaban con su sonrisa. Eran lágrimas de felicidad. Eran, también, lágrimas de nostalgia. "Como me hubiera gustado hacer esto contigo, Tata", pensaba mientras coreaba el saludo a cada uno de los jugadores. Ahora, en el bus, con la mano buena y sin soltar la camiseta, se frota los ojos para evitar llorar.
"Casi no recuerdo nada del partido", pensó mientras el bus se detenía en el terminal de Chimbote. Y es que hubo factores que impedían que tuviera un recuerdo cabal del juego. Una tribuna con pocas gradas, gente más alta que él delante suyo y la obsesión por seguir con la mirada a cada jugador que tenía la azul y blanca, impedían que tuviera una mirada global de lo que pasó en el campo.
Hubo, también, un elemento importante: no fue un buen partido. Pero Alejandro borraría eso de su memoria. No está dispuesto a juzgar el juego de su equipo. Prefiere priorizar su emoción, su alegría y la intensa experiencia que había vivido.
Faltaban 6 minutos para que acabara el partido. El equipo local presionaba en búsqueda de abrir el marcador. Alianza Lima jugaba con un hombre menos, por expulsión de Marco Charún. Luego de uno de los ataques del equipo huaralino, la pelota es despejada por la defensa victoriana y llega a los pies de Anselmo Soto en el medio de la cancha. Este abre el juego hacia la derecha para que la reciba 'Vitito' Reyes; quien pica a toda velocidad ganando terreno en campo contrario. Cuando parece que lo que hará será enviar un centro, el volante realiza un quiebre y se libera del marcador que lo perseguía. Esto le permite entrar al área y disparar al arco. La pelota es manoteada por el arquero. Pero el rebote es tomado por Juan Saavedra, quien con la canilla la empuja hacia el arco.
¡¡GOL!!
¡¡¡GOL CARAJO!!!
Alejandro no sabe bien que pasa. Siente que alguien le cae encima. Cae al piso. Es ayudado a levantarse por alguien que no conoce y lo abraza. Se sueltan. Salta. Se abraza con tres desconocidos más. Son algunos de esos barristas que le parecían agresivos y peligrosos al inicio y que ahora lo tratan como uno más.
¡¡GOL CARAJO!!
Alejandro ríe. Alejandro se seca dos lágrimas. Alejandro comparte otro abrazo. Y otro. Alejandro imita a algunos barristas y se trepa al alambrado para hacer más evidente su alegría.
¡¡GOL CARAJO!!
Mientras los festejos aminoran, y los barristas vuelven a sus posiciones en la tribuna, Alejandro sigue trepado en la reja. Quiere gritar pero no le sale la voz.
"¡¡Ayuden al petiso!!", es el grito que escucha. La sangre que baja por su brazo y gotea hasta el piso es la señal que hace notar a uno de los barristas que Alejandro está en problemas. Su mano ha quedado enganchada en el viejo alambrado. Siente como su cuerpo es sostenido para ayudarlo a soportar su peso. Nota que dos barristas treparon hasta él y que buscan una forma de liberarle a la mano. Mira como uno de ellos salta a la cancha. Después se enterará que ese muchacho de camiseta azul y blanca amarrada en la cabeza va hacia la ambulancia a pedir ayuda.
No sabe cómo, pero su mano es liberada. Tampoco le queda muy claro como logró su cuerpo pasar hacia la cancha. Ahora corre hacia la ambulancia acompañado de dos barristas. Uno se adelanta a hablar con los policías que se acercan hacia ellos. No le alcanzan las fuerzas pero llega a la ambulancia. Pierde el conocimiento....
Despierta al poco rato. Un enfermero le está limpiando las heridas mientras otro sostiene un algodón junto a su nariz. Éste se queda tranquilo cuando Alejandro le pregunta por el partido. No necesita respuesta, "¡Ganamos carajo!, ¡Arriba Alianza!", es lo que escucha gritar fuera de la ambulancia.
Lo que siguió fue de ensueño. Ni su temor a las inyecciones - las dos que le pusieron - pudo arruinar el momento. Los 3 barristas que ingresaron a la cancha fueron a saludarlo a la ambulancia. Tras una breve conversación le obsequian dos vinchas y un llavero. "Yo solo tenía un sticker en mi cama", es lo único que atinó a decir como agradecimiento. Minutos después, uno de ellos vuelve acompañado. Los jugadores 'Mágico' Gonzales y Cesar Cueto entran a la ambulancia para saber cómo estaba. Antes de despedirse, el maestro 'Cueto' le obsequia su camiseta.
Alejandro camina hacia su casa. Sabe que es tarde. No alcanzó a tomar un colectivo y esperar al bus lo retrasó más de lo pensado. Pensaba buscar a Pepe para que le esconda la camiseta y le ayude a inventar una excusa para justificar su mano vendada. Pero no. Mira su vendaje, mira su camiseta...sabe que valió la pena.
No sabe que le espera cuando cuente que se fue a Huaral sin decir nada. Solo sabe que entrará al cuarto de su abuelo enfermo, donde duerme profundamente debido a los sedantes, y le dirá al oído: "Toma Tata, me lo dio Cueto para ti. Yo sé que tú me entiendes. Lo hice por ti. Lo hice por ALIANZA"
Autor: Jose Santana Delgado
