
Tienen la ventaja de que no son definitivos, pero encierran el peligro que entraña una quemadura cuando menos de primer grado, ocasionada por la exposición solar. El truco no puede ser más sencillo: Antes de tomar el sol, se aplica fotoprotección solamente en ciertas partes, con lo que la luz hace el resto. Escasas fechas atrás veíamos como el vacío, con un vaso en la boca, deformaba los labios asemejándose un poco al efecto del colágeno y causó furor entre las más jóvenes; hoy le toca el turno al arte en la quemadura, sobre cuyos riesgos ya alertan dermatólogos estadounidenses. Desde luego, es menos peligroso que tirarse borracho a una piscina desde el tercer piso de un hotel, como hacen algunos turistas en Baleares, pero no deja de ser una excentricidad más o menos arriesgada.
