En el principio de los tiempos, los tatuajes los portaban ex-legionarios y ex-convictos, los lejías portaban orgullosos la cruz de la legión.

Mientras que los que acababan de abandonar Carabanchel, nos enseñaban el patético amor de madre.

Ahora el tema se ha desmadrado, todo vale, y el arte que en un principio pusieron los tatuadores, cada vez se ha ido evaporando en aras del frikismo más audaz y epatador, a continuación unos ejemplos.






Es de suponer que todos estos individuos estén felizmente casados y sin atisbos de divorcio, porque sino les auguro una epoca muy larga de celibato.
