San Kentigern de Glasgow, obispo. 13 y 14 de enero.
Su "vita" está repleta de relatos piadosos y legendarios con vista a darle importancia y dotarle de santidad extrema, al gusto del medievo, pus fue escrita por el monje Jocelyn de Furness lo menos 500 años después de la muerte del santo. Los datos biográficos que tenemos sobre él son sólidos, pero sazonados de estas pueriles leyendas.
Kentigern, a quien también se le conoce como Mungo, fue hijo de Santa Tannoc (18 de julio), hijo del rey Loth de Escocia. Este, aunque no era cristiano, confió su hija a Santa Modwenna (6 de julio y 8 de octubre) para que fuera educada en el monasterio de esta. Cuando la joven tuvo edad para el matrimonio su padre la prometió con el príncipe Owen y la mandó llamar a la casa de la familia. Tannoc, que quería ser religiosa, se excusó ante su padre y su prometido, diciendo que ya estaba prometida a un rey más importante que todos los reyes de la tierra. Entonces Loth la castigó echándola de su casa y poniéndola a cuidar una piara de cerdos que tenía en un bosque profundo.
Allí vivió la joven, dedicada a su trabajo y a la oración hasta que la halló el príncipe Owrn la halló, la violó y dejó embarazada. Al saberse aquello, su padre la condenó a muerte por la vergüenza (!), ordenando fuera puesta sobre un carro y despeñada desde el acantilado de Traprain Law. Sin embargo, Tannoc sobrevivió a este castigo y entonces fue puesta en un barco sin remos ni velas, para que fuera a la deriva y los dioses se hicieran cargo de ella. Pero ocurrió que, milagrosamente, un cardumen de peces condujo la barca sin contratiempos hasta Culross, donde Tannoc dio a luz apenas tocó tierra. Allí la encontró San Servan (20 de abril; 1 de julio, en Escocia, y Domingo de la Ascensión), quien bautizó al niño como "Kentigern" ("Señor nobilísimo") dándole como apodo "Mungo" ("favorecido"). Luego Tannoc se dedicó al servicio del Señor.
La infancia de Kentigern también nos es relatada como una sarta de continuas señales divinas. Cuéntase que era el encargado de mantener encendido el fuego de la sala de dormir. Una noche despertó y vio que el fuego estaba apagado del todo. Con la fe puesta en Dios, tomó un tronco que estaba congelado, sopló sobre él y el madero ardió al instante. Otra leyenda cuenta que el abad tenía un petirrojo domesticado, al que en una ocasión alguien le cortó la cabeza. Los otros niños del monasterio culparon a Kentigern del crimen. Él solo tomó los dos trozos del pájaro e invocando a Dios, el animalillo revivió, quedando todos edificados de la inocencia del santo niño.
Cuando Kentigern llegó a su primera juventud, dejó el monasterio y se fue a Kernach, junto a San Fergus (11 de julio), de quien fue discípulo hasta que el santo abad murió. Entonces Kentigern, no sabiendo donde enterrarlo, colocó el cuerpo sobre un carro tirado por dos toros salvajes, que amansó milagrosamente, y dejó que los animales caminaran por si mismos. Estos se dirigieron al río Clyde, donde había vivido San Ninian (16 de septiembre), y allí se detuvieron. Allí mismo Kentigern le sepultó, construyó una ermita y colgó en un árbol la campana que el santo había usado en vida para llamar a los fieles a la oración. Restauró la iglesia, construyó unas ermitas y dio comienzo a la vida eremítica en el lugar. Posteriormente se fundaría allí mismo la ciudad de Glasgow, que significa "iglesia amada" en gaélico antiguo. Está claro que esta leyenda pretende explicar el culto y la presencia de las reliquias de San Fergus en Glasgow, al mismo tiempo que da a la ciudad unos orígenes casi divinos.
El rey Rhydderch quiso que Glasgow fuera sede de un obispo, para impulsar mejor la evangelización, y eligió a Kentigern como primer obispo, quien aceptó a regañadientes el nombramiento, porque pensaba que era demasiado joven para ello. Una vez consagrado, comenzó una febril acción evangelizadora de los escoceses, que dio como fruto numerosas conversiones y la fundación de varios recintos monásticos donde se fomentaban la piedad y el saber. Cuando Morken, un tributario del rey se hizo con el poder, expulsó a Kentigern, e intentó reimplantar el paganismo. Entonces nuestro santo tomó camino del destierro y se fue a Cumbrië, donde vivió en el monasterio de San Asaf (1 de mayo) y luego pasó a Gales, donde convivió con el abad San David (1 de marzo). En 573 el rey Rhydderch retomó su trono y Kentigern pudo regresar y continuar la proclamación del evangelio, principalmente en el suroeste de Escocia.
Una leyenda cuenta que, siendo Rhydderch un rey muy generoso, hubo un monarca irlandés que lo dudaba y quiso ponerle a prueba. En una visita que hizo este rey a Rhydderch, luego de ser agasajado espléndidamente y recibir costosos regalos, dijo a Rhydderch: -"Si realmente quisieras honrar tu fama de rey generoso, me darías un plato de moras frescas". Parece algo simple, pero era pleno invierno y las moras, claro, eran inexistentes en ese momento. -"Miraré lo que puedo hacer por ti", contestó Rhydderch avergonzado. Y expuso su pena a nuestro biografiado, el cual, en atención al celo de Rhydderch por el Evangelio, hizo una larga oración. Y he aquí que, al amanecer, entró en el bosque y halló una zarzamora que colgaba lleno de moras, las cuales recolectó llevó al rey, quien salió airoso, por milagro, de la situación.
Otra fábula nos dice que Kentigern también acudió en socorro de la reina Strathclyde, quien tenía un amante al cual le había dado su anillo de bodas. El amante, temeroso de que el rey supiera la verdad, arrojó el anillo al mar. Cuando el rey vio a la reina sin el anillo y le preguntó, ella respondió que lo había perdido. El rey, lleno de cólera, le exigió que lo hallara sí o sí. Recurrió la mujer a San Kentigern, quien hizo oración por ella. Ese mismo día uno de los monjes pescó un salmón y al abrirlo, resultó que tenía el anillo dentro. El santo lo entregó a la reina a la par que le amonestaba por su liviandad.
Otro relato cuenta que Kentigern envió a su discípulo San Constantino (11 de marzo) al monasterio de Iona, donde era abad el célebre San Columbano (9 de junio), con el cual intercambiaron presentes de reliquias y libros sagrados, iniciando una relación de colaboración. Sin embargo, San Adamnan de Iona (23 de septiembre), biógrafo de Columbano, no menciona este hecho en absoluto, por lo que se considera un añadido de Jocelyn de Furness para remarcar las excelentes relaciones que, efectivamente, existieron entre las sede de Glasgow y el monasterio de Iona.
Pero tal vez la leyenda más curiosa sobre Kentigern sea la que habla de su encuentro con el mago Merlín en Drummelzier. En este encuentro nuestro santo predicó el Evangelio al famoso mago, quien aceptó a Jesucristo, hallando gracia y perdón justo antes de su muerte.
San Kentigern murió sobre 612, aunque si computamos todas las épocas en las cuales se le data, debió vivir nada menos que ¡180 años!. Fue sepultado en su primitiva catedral de Glasgow. En Escocia tiene fuerte devoción, y es abogado contra varias enfermedades y males, de pescadores, leñadores y en general casi todos los oficios rudos.
Fuente:
-"St. Mungo, founder of Glasgow". Univ. Ottawa Press, 1989.
-"Celtic Saints". MARTIN WALLACE. Apple Tree Publish,
Belfast.
A 13 de enero además se celebra a
Santos Hermilo y Estratónico de Sigidon, mártires.
Beata Jutta de Huy, reclusa cisterciense.