Taxi
Los taxistas son una viva encarnación del alma patria actual: van siempre por la derecha salvo que el cliente les diga que giren a la izquierda. Siempre. Es una norma no escrita en el trabajo del conductor de taxi: coger por defecto todas las direcciones a mano diestra si no media una instrucción contraria del pasajero que va atrás para tomar la izquierda. Parece como si todas las empresas humanas tuvieran alma de taxista por su querencia a ir por la derecha, por los caminos trillados. Solo en unos pocos momentos históricos -en comparación con la larga trayectoria de la especie humana sobre la faz de la Tierra- ha habido voces que han pedido giros a la izquierda, pero sin duda la petición de transitar otros caminos que no fueran los de la derecha de siempre han marcado los tiempos posteriores. En estos días inciertos, España está poseída también de esta fiebre del taxista de ir siempre hacia la derecha. Aunque algunos clientes del taxi colectivo preferimos girar a la izquierda y, sobre todo, poner las luces largas para ascender a lo alto de las montañas, que desde arriba las cosas se ven mejor. Porque esa es otra tendencia del ser humano que no debería olvidarse: siempre que uno tiene una loma detrás, se siente tentado de subir hasta arriba, para otear las cosas desde la distancia. Así pues, ¡taxi!, pero a la izquierda, oiga, y hacia arriba, que, para bajar e ir por donde siempre, siempre hay tiempo.