Revista Poesía

Taxi amarillo

Por José Angel Barrueco
la bailarina mexicana meneó sus abanicos
y el culo para mí, yo
no se lo pedí y
mi mujer se enfadó y salió corriendo del café y
empezó a llover y repicaba sobre el
tejado y yo no tenía empleo y me quedaban 13 días
de alquiler pagado.
a veces cuando una mujer te abandona corriendo
así te preguntas si no es por
economía, no puedes reprochárselo –
si tuvieran que joderme preferiría que me jodiese
alguien con dinero,
todos tenemos miedo pero cuando eres feo y no
te queda mucho te haces
fuerte, y llamé al camarero y le dije,
creo que voy a volcar esta mesa, estoy
aburrido, estoy loco, necesito
acción, llama a tu gorila, voy a mearme en su
clavícula.
me
echaron rápidamente, estaba
lloviendo. conseguí incorporarme bajo la lluvia y
recorrí la calle vacía
nubes de algodón azucarado
porquerías a la venta, todas las tiendecitas cerradas
con candados de Woolworth de 67 centavos.
llegué al final de la calle a tiempo
para verla subirse a un taxi amarillo con
otro tipo.
me caí junto a un cubo de basura, me puse en pie
y meé encima, sintiéndome triste y no
tan triste, sabiendo que hay un límite a lo que puedan
hacerte, la meada resbalando por la hojalata
ondulada, los filósofos habrán tenido algo que
decir sobre esto. mujeres. su suerte contra tu
destino. el ganador se queda con Barcelona. siguiente
bar.

Charles Bukowski, El amor es un perro del infierno. Poemas 1974 – 1977

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