Revista Diario

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Por Amospalondon


¿Qué sería de nosotros sin la riqueza de nuestro idioma? Gracias a un amasijo de prefijos y sufijos conseguimos darle a las palabras unos matices enormes que nutren nuestra manera de expresarnos. Sí, poético y un poco moñas, pero totalmente cierto.
Todos sabemos que no es lo mismo decir que una comida está mala a decir que está malísima. Con simplemente añadir unas letras más podemos darle mucho más énfasis a una palabra. O incluso cambiarla de significado: ya que un balón no es lo mismo que un balonazo.
Ésta es una gran riqueza idiomática que deberíamos aprender a valorar, ya que muchos otros idiomas no tienen esta posibilidad. Así lo descubrí en mi viaje a Londres con Àlex. Digamos que de inglés, yo ya tenia un nivel aceptable, pero nunca lo había usado más allá del : hola, quiero un McPollo. O: quiero un billete de autobús, cómo se llega hasta wall street, the book is on the table. Digamos que me faltaba el día a día. Y allí lo tuve durante bastante tiempo.
Y ahí fue, cuando un tío como yo, empecé a echar de menos el castellano/catalán. Me di cuenta que más del 80% de palabras que uso se basan en modificar las palabras raíces. Es la base de nuestro humor, y muy particularmente del mío. Eso en inglés ¡no se puede hacer! Una cosa puede ser pequeña, little. Pero no puede ser pequeñísima. Se queda en un very little. Un niño no puede ser pequeñajo, es un small kid. Y ahí la jodí.
¡Tócate los huevos! Allí no podía decir: "Mira ésa, qué tetazas". ¡Porque no! Porque es big tits. Puff, q asco. Porque... ¿adivináis como se dice tetitas, no? Small tits. ¡Qué falta de expresividad! Allí me encontré indefenso. No puedes ser gracioso. Aún tengo fresco en mi memoria el día en que intentamos explicarle a un canadiense qué eran unas tetazas. Y le decíamos que en su idioma, se llamaban Tea Cups. Yo creo que el tío pensaba q estábamos locos. Pero bueno, con una cerveza en la mano, les cuelas cualquier cosa que les quieras contar. Ahí empecé a entender lo del humor inglés. Se lo han tenido que montar de otra manera para hacer gracia. Y desde luego, no es por el idioma.
¿Qué sería de nosotros sin los andaluces? Con esa forma de hablar siempre tan exagerada y graciosa. Allí no podías decir: que te voy a meter un purazo, que tengo ganas de comerme una buena paellaca, o que tu madre hace un tortillón de patatas que te mueres. Y de verdad que es una jodienda si estás acostumbrado a ello. Ahí es cuando aprecias todas estas cosas en las que por mucho inglés que hayas estudiado, nunca habías caído en la cuenta.
Así que vamos a disfrutar de nuestro idioma, de los culitos, culazos, culetes, ojitos, ojazos, ojetes (ui, éste no), que la vida son cuatro días.
TetazasLa vida son cuatro dias punto com


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