Tras la primera entrega, ¿Cajón de sastre de problemas sociales o excusa para medicar?, del texto sobre el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) que ha escrito el psiquiatra Mariano Almudévar, vino la segunda, Los tratamientos, en duda por su baja eficacia y peligrosidad. Lo que sigue es la tercera:
Los estimulantes, metilfenidato y anfetaminas, tienen acciones parecidas a la cocaína, estando en Estados Unidos calificadas como “schedule II”, la misma clase que la cocaína y la morfina y bajo el control de la Drug Enforcement Agency (DEA). Hay polémica acerca de su creciente utilización en situaciones para las que no han sido prescritos.
A pesar de la resistencia de las farmacéuticas a aceptarla, la similaridad en acción del más prescrito, metilfenidato (Ritalin, en España Rubifen, Concerta, etc), con la anfetamina y sobre todo con la cocaína, está bien probada. Hay un estudio de Nora Volkow, psiquiatra experta en adicción, que señala que el metilfenidato podría ser incluso más potente que la cocaína.
Los estimulantes guste o no, son en la práctica drogas de abuso. Se dice que los estimulantes para el TDAH no son adictivos pero esto es por dos razones:
1) en niños la fuente de la droga está controlada por médicos, escuelas y padres.
2) se administra en forma de pastillas que no producen el “rush”, efecto subjetivo muy rápido, importante en la adicción. Pero está claro que producen tolerancia como otras medicaciones psicotrópicas. La tolerancia está probada en ratas, siendo “cruzada” a nivel conductual entre anfetaminas y metilfenidato. Su uso “recreacional” es extensivo bien por re-venta de drogas obtenidas en prescripción o por robos, estando entre las diez drogas más robadas de las farmacias americanas. Se cita en los blogs la vitamina R (por Ritalin) y como la cocaína de los pobres.
La pretensión de las farmacéuticas de que las nuevas presentaciones, “liberación lenta”, parches, líquidas, serían un impedimento para su uso recreacional, no es sino otra excusa, para aumentar sus ventas y los adictos han desarrollado maneras para su uso incluso obteniendo el buscado “rush”, esnifando o “en paracaídas”. La DEA ha impuesto cuotas para contener el creciente uso de estos compuestos en “las calles”, lo que ha provocado problemas de abastecimiento.
La producción regulada por cuotas de la DEA crece anualmente, lo que no impide que haya desabastecimientos severos con las consiguientes demandas de aumento de cuotas.