Pues claro que sí, ¡creételo! Te conviertes en aquello en lo que crees. Pero claro no basta con decir: "me lo creo" y esperar a que vengan los Reyes Magos y te traigan tu regalito, ¡No! Esto requiere acción. Mira una cosa, esto es verdad, yo he conseguido todo aquello en lo que he creído, creí que podía acabar los estudios que deseaba y lo hice; que podía trabajar en una determinada empresa y en un buen puesto y lo conseguí; que podía montar una empresa propia y la monté; que me podía casar con la mujer de mis sueños y formar una familia maravillosa y lo conseguí; que podía montar una segunda empresa y también la monté; que podía escribir un libro y escribí cinco; que podía volver a levantarme después de mi tremenda caída y lo hice; que podía rehacer mi vida y la rehice; que podía conseguir nuevamente un buen trabajo y lo conseguí; que podía llevar mi departamento a tener los mejores resultados y lo llevé. ¿Quieres que siga o te basta con esto? Te puedo decir que me he convertido en todo aquello en lo que he creído. Pero te repito para que quede clara la matización, me he convertido en todo aquello en lo que he creído.
El cuerpo actúa según la mente le indica y le ordena, y si tú eres el primero que no crees en ti, que no tienes confianza, que dudas de tus acciones, que temes los resultados, que no arriesgas por miedo a perder, difícilmente conseguirás tus propósitos porque ni tú mismo te los crees.
Decía Buda, "tus peores enemigos no te hacen tanto daño como tus pensamientos". Siempre irás donde tus pensamientos te lleven. Tendrás controlado tu futuro, mientras tengas controlados tus pensamientos. Por eso es fundamental la buena actitud, el ánimo, el optimismo, la confianza, la sonrisa, el coraje, la fuerza y cualquier paso adelante para que tus objetivos lleguen a cumplirse.
No hay que ver para creer, sino creer para ver. Creer que eres bueno en lo tuyo, que tienes capacidad suficiente, que Dios te ha concedido unos dones maravillosos, que ocupas un lugar importante en el mundo, que podrás apartar del camino cada obstáculo que se te presente, que tienes la fuerza suficiente para ello, que eres capaz y puedes conseguirlo, que sólo dando un paso tras otro se consigue avanzar.
Pero como te decía al principio, no es una cuestión de lotería, ni de Reyes Magos, es una cuestión de fe personal tuya, es un creer y estar dispuesto a ir a por ello porque confías en ti, es un ponerse manos a la obra y no desistir, es un luchar con coraje y pelearse con las circunstancias para ponerlas a tu favor, es un ponerse en acción y no parar hasta llegar al final. Es decir, hasta llegar a convertirte en eso en lo que crees.
Tenlo claro, no lo dudes. Te conviertes en lo que crees, por eso cualquier pensamiento o actitud negativa no te puede conducir a tu verdadero objetivo. Tu destino lo marcas tú y por tanto, ¿qué huellas quieres dejar en el camino? El mundo está lleno de puertas que tendrás que ir abriendo para descubrir lo que se esconde detrás de cada una y sólo cuando las abras podrás seguir avanzando. Sí, puede dar miedo, a todos nos asusta lo desconocido, pero siempre recuerda que desde que naciste, todo fue desconocido para ti y ya has recorrido un camino importante para darte cuenta que no te puedes detener, que el hacerse mayor, el crecer, supone caerse, tropezar y hacerse más de un chichón, pero solo creyendo que puedes subir a los árboles, se llega a ver más cerca el azul del cielo.
Recuerda que tú mismo creíste que podías andar, creíste que podías hablar, que podías correr, que podías leer y escribir, y todo ello lo conseguiste. Pero también creíste que podías salir tú solo al mundo y ahora que estás en el mundo, ¿dejas de creer? No, no puedes dejar de creer, porque sólo creyendo, te convertirás en todo aquello que desees.
Decía James Allen:
Tú eres el mismo obstáculo que has de superar.
Tú sólo has de señalar a dónde quieres ir,
el objetivo que quieres conseguir
y el sacrificio que estás dispuesto a pagar.