Hoy tengo que empezar esta editorial con una sonrisa nerviosa porque no sé cómo afrontar este tema, pero quiero que sepan que voy a intentar ser lo más claro posible evitando, eso sí, ser demasiado gráfico. Y es que, cuando se habla de infidelidad, saltan las alarmas y todo el mundo se pone a la defensiva. En esta ocasión, solo quiero mostrarles, por qué se producen y cómo han llegado a ese desenlace.
Wolfgang Forstmeier, del departamento de genética evolutiva del Max Plan Institut de Berlín, ha llegado a la conclusión, tras un arduo estudio que a continuación les relataré, por la que los hijos cuyos padres han sido promiscuos, heredan de sus progenitores la probabilidad de serlo también. Y para obtener esta afirmación no se crean que obligaron a muchos padres a ser infieles para posteriormente y tras varios años, ver si sus hijos también lo eran. No, en este caso, el protagonista del experimento fue otro.
El Diamante Mandarín, ese fue el objeto de estudio. Y aunque parezca un Restaurante Chino de baja calidad, lo que es en realidad, es un pájaro que parece tener un comportamiento similar al del ser humano. En el estudio, y para evitar la influencia de sus padres, los huevos de estos pájaros, fueron puestos en otros nidos pero aún así, los pajaritos al crecer tuvieron un comportamiento similar al de sus progenitores, algo que encima fue refrendado a través de los análisis genéticos.
Y fíjense que un estudio como este puede justificar tantas y tantas infidelidades que podría servir incluso como prueba ante un divorcio por adulterio. “Señor juez, mi cliente siente enormemente haber sido infiel a su pareja, pero es que es una tradición familiar y ya sabe que las raíces hay que respetarlas”. Y qué decir tiene el trabajo que tendrían los párrocos en los cursillos prematrimoniales. “A ver Carmelo, ya sé que el padre de tu padre y también tu padre fueron infieles antes, pero no te agarres de ahí para justificar que te pases la mitad del tiempo en esa casa de dudosa reputación y cuyo nombre dice mucho de ella; “La Golosa Almendrita”.
Pero como siempre me gusta decir. El del-fin no justifica a los de en-medio. Así que tampoco es óbice para aquellos que quieran echar una canita al aire, el asegurar haber tenido parientes de extrema soltura amatoria. Porque con esto la conclusión que sacamos es que no sólo tiene cuernos el toro, sino aquella pareja que tiene como suegros a unos que han estado “entre Pinto y Valdemoro”.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…