Por Hogaradas
Una vez mбs la vida, cargada de luces y sombras, de dнas y noches, de risas y lбgrimas. Una vez mбs la cara y la cruz de quienes levantan sus copas agradeciendo todo lo que les ha dado, por lo pronto, un aсo mбs, y la de quienes en silencio, y empaсados en lбgrimas, despiden a uno de sus pilares mбs importantes.
En este mundo de extraсa vecindad, en la que muchas veces no conocemos ni tan siquiera a quien habita la puerta de al lado, sй que lo voy a echar de menos, como lo vengo haciendo desde hace un tiempo, el mismo que la enfermedad lo ha tenido alejado de los lugares que compartнamos, no a diario, pero de vez en cuando, esos que consiguieron tejer entre nosotros una tela de araсa de cariсo, el mismo que ha hecho que su imagen y esos momentos compartidos hayan permanecido en mi cabeza durante todo el dнa.
Pienso ahora que no somos conscientes de todas las personas que sin ser ni amigos, ni familiares, ni tan siquiera alguien lo suficientemente cercano, nos echarбn de menos el dнa en el que nos vayamos. Hoy es el caso, el momento y ese dнa en el que demostrar que nuestro paso por la vida deja huellas imperceptibles a simple vista, pero con forma y fondo suficientes para que alguien, como ahora mismo yo, sienta la necesidad imperiosa de dedicarle estas palabras a Jose, Mon para otros, mi vecino, pero sobre todo, un buen hombre, afable, sociable, agradable, buen conversador, y alguien que en el barrio, estoy segura de que muchos, ademбs de nosotros, vamos a echar de menos.
Donde quiera que estйs, Jose, D.E.P., te echaremos de menos