El verano ya está aquí como se suele decir y por ello son muchas las veces en las que tenemos la sensación o las ganas de beber para calmar nuestra insaciable sed. El té frío es un muy buen método para este cometido, y por ello te presentamos diversas formas de prepararlo para conseguir no pasar sed.
El té es una muy buena alternativa a los diversos preparados industriales con los que contamos en el mercado gracias a su bajísima cantidad de azúcar. También es una interesante opción gracias a sus propiedades beneficiosas y saludables.
Es evidente que vamos a preparar infusiones frías, puesto que el verano y un té caliente no es muy apetecible para nuestro gusto.
¿Qué podemos preparar?
Gracias a la gran variedad de té en el mercado podremos preparar cualquier tipo de combinación y acertar de pleno. Algunas de estas combinaciones son:
- Té rojo.
- Té negro.
- Té verde.
- Té blanco.
Incluso cabe la posibilidad de realizar una infusión de frutas, algo que encantará a los más pequeños de la casa y es muy beneficioso para los más mayores.
Solo es cuestión de encontrar una tienda de tés en nuestra ciudad y comprar la que más nos guste o dejarnos sorprender por un sabor nuevo. La elección es toda tuya.
té
¿Cómo preparar el té?
Este es el punto más importante del artículo, sin embargo, mucha gente se pregunta cómo preparar el té frío. Vamos a darte tres posibles opciones para “montar” el té y poder refrescarte mientras disfrutas de tus merecidas vacaciones.
1. Preparado para infusión
Esta primera opción no tiene mucho misterio que digamos. Simplemente hervimos la infusión de una manera convencional y a continuación la dejamos enfriar hasta que este a nuestro gusto.
2. Concentrado de infusión
Aunque el nombre pueda sonar confuso tampoco tiene mucha dificultad esta pequeña receta. Herviremos la infusión pero con una cantidad de agua inferior a lo que solemos hacerlo y, acto seguido, serviremos la infusión y le echaremos una generosa cantidad de hielo para enfriarla.
3. Macerando el té
En este caso pondremos la cantidad de té que nos apetezca en una jarrita y le iremos añadiendo azúcar o miel (en el caso de que seamos golosos). Dejaremos la jarra en la nevera unas 8 horas aproximadamente y cuándo nos despertemos ya tendremos el té bien frio para degustar durante el día.
Como se puede ver, solo es cuestión de echarle imaginación y beber algo frío pero diferente como puede ser un buen té.