Vivir en una cárcel sería un drama para mí, aunque reconozco que quizá no para otros: les evita pensar y tomar decisiones.
Recuerda que para vivir en una cárcel no hace falta que haya rejas o muros, ya que
No hay mayor cárcel que aquella en la que no se ven los barrotes.
Y no solo eso, sino que los barrotes no hacen falta cuando
Unos controlan a otros para que que nadie salga del redil, o no necesitas ni que te controlen porque tú mismo has construido tu propia cárcel en tu mente.
¿Cómo saber, por tanto, si vives en una cárcel? ¿Te atreves?
VIVES EN UNA CÁRCEL SI:
# Eres incapaz de pensar de forma distinta a como lo has hecho siempre. Es decir, si tienes el tarro lleno. Tus creencias y formas de pensar ¡de toda la vida! ocupan todo el espacio de tu mente y no dejan paso a nuevas ideas, nuevas soluciones, nuevas posibilidades. Ya lo sabes todo y no quieres saber más: ¡la ignorancia es la felicidad!
# Necesitas la opinión de todos a cada instante. Lo contrario de lo anterior: sientes que tienes que preguntarlo todo y eres incapaz de dar un paso sin recabar opiniones. Y no solo eso, sino que además
# Necesitas asegurarte el consentimiento de todos, la aprobación de todos. Los demás tienen que dar el visto bueno a lo que hagas, lo que pretendas, lo que persigas. Dicho de otra forma: que te has convertido en un cero a la izquierda. (Si no te has convertido en el cero, sino que lo has sido siempre, no es que vivas en una cárcel: vives en un campo de concentración).
# Crees que tu vida está predeterminada y te sientes incapaz de cambiar el rumbo. Crees que has venido a cumplir un plan, un programa, un propósito orquestado y organizado ¡por otros, faltaría más! ¿Quiénes son los otros? Tus padres, tus jefes, el gobierno…
# Necesitas formar parte de algo para que te dirijan. ¿Algo? Sí: un grupo, una organización, una comunidad, una corporación… No por el placer de formar parte de ello, sino por el placer ¡de que te dirijan, de que te manden, de que te ordenen!
# Crees que alguien se tiene que hacer cargo de ti. Nuevamente, el gobierno, tu empresa… En lo más hondo de ti, crees que el responsable de tu vida es algo o alguien ajeno, de fuera. Que tú ni tienes (¡ni quieres tener, por Dios!) poder de decisión.
# Vives en la famosa carrera de la rata. Ganas un dinerito con el que pagas las facturas y te alimentas. Lo justito para seguir existiendo y trabajando (¿para qué más?).
Si se dan en ti estos elementos podría ser bastante indicativo de que vives en una cárcel. Ahora bien, la pregunta es: ¿quieres seguir haciéndolo?
Si la respuesta es afirmativa, sepas que estás en todo tu derecho.
Si la respuesta es negativa, debes saber que tendrías que convertirte en otr@, pasar a ser otr@, cambiar.
¿ Y CÓMO SE HACE ESO? SUGERENCIAS VARIAS
- Free your mind. Libera tu mente. La mente sirve para lo que sirve ¡no para todo! Empieza a sentir y a experimentar. Descubre que hay un lugar interior.
- Recupera tu dignidad. Despiértate. Entiende que fuera de tu mundo hay vida. Que eres dueño, maestro y señor. Que puedes recuperar el poder perdido: el de tu ser interno.
- Estrategia. Diseña una estrategia que te permita llegar donde quieras, convertirte en quien quieras, crear la vida que quieras. Organiza. Planifica.
- Crea tus propias fuentes de ingresos. ¡Ya está el pesado de las fuentes de ingresos…! Sí, porque como sigas dependiendo del sueldito vas a seguir viviendo en la cárcel. It’s up to you.
Eres dueño, maestro y señor. Puedes recuperar el poder perdido: el de tu ser interno.
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Espero que este artículo te haya hecho al menos replantearte cosas y decidir si quieres continuar con tu estilo de vida o buscar otro.
Lo que decidas, está bien. No hay error cuando eres tú.
Un abrazo y te deseo lo mejor.