Cada que le he hecho esta pregunta a una persona reacciona con gran desconcierto, duda, se les traba la lengua y casi nunca termina contestando un concreto sí. Regularmente responde: “mmm pues a veces”, “feliz lo que se dice feliz yo creo que nadie”, “aun no, pero espero serlo algún día”, “me siento contento”. Así de dispersas son sus contestaciones. Esto sucede por una de dos razones: porque no son felices o porque les da miedo decir que lo son y si les da miedo decirlo, posiblemente no lo sea en realidad.
He escuchado muchas charlas sobre la felicidad, la conclusión más común es que la felicidad solo es un estado de ánimo que se vive por breves momentos en la vida y que con esto hay que conformarnos, es decir, que no existe un estado de felicidad continua, pero todo lo contrario a esto, la vida nos promete la alegría de vivir, el problema es que como son pocas las personas que alcanzan este estado, difícilmente lo creemos.
La palabra feliz viene del latín felix que significa fecundo o fértil, a su vez fecundo significa: Que se reproduce o procrea con facilidad o abundantemente y fértil significa: Que produce mucho. Entonces podemos decir, alguien que es feliz, es aquel que da fruto y precisamente este fue la primer encomienda que Dios dio al hombre en Génesis 1:28. “Y los bendijo, y les dijo: Fructificad y multiplicaos”, así que, ser feliz no solo es una oportunidad, sino que es nuestra responsabilidad.
El problema es que todos pensamos que solo cuando alcancemos ciertas cosas en la vida podremos ser felices: ahora que tengamos una pareja seremos muy felices, cuando nos casemos seremos realmente felices, cuando tengamos un hijo lograremos la plena felicidad, ahora que compremos una casa la felicidad llegara a nosotros. Tal vez estés pensando que cuando termines tu carrera podrás decir que eres feliz o cuando consigas un buen trabajo, pero este es un autoengaño constante, ya que muchos logramos varias de estas metas y la felicidad no llegó. Dichas cosas solo producen satisfacciones, muchas de ellas muy grandes, pero no tienen el poder de darnos un estado continuo de bienestar o lo que es lo mismo, de felicidad.
He aquí la gran verdad: “Aquel que no es feliz hoy, no lo será nunca”. Es muy bueno tener metas, pero si no aprendemos a disfrutar el camino para llegar a ellas, la dicha nos evadirá. Debemos tener claro que ser felices es una decisión que debemos tomar hoy .
El primer obstáculo para ser felices el día de hoy, son los que llamamos problemas, ya sean familiares, económicos, de enfermedad, etc. Nos decimos: ¿Quién puede ser feliz con tantos problemas? Norman Vincent Pale nos dice en su libro El Poder del Pensamiento Positivo, que cualquier problema será más fácil de resolver, si lo miramos desde la perspectiva de la fe o del pensamiento positivo.
Pongamos el caso de una grave enfermedad, si nos deprimimos, dejamos de luchar, si dejamos de luchar, nuestras defensas bajan y la enfermedad se desarrolla más rápidamente. Por el contrario si enfrentamos dicha enfermedad con positivismo (fe), lo más probable es que seamos sanos de un momento a otro, yo mismo he experimentado esta teoría y he sanado de una simple gripa, hasta la mejoría constante de la hipertensión.
Otro impedimento para nuestra felicidad, son las fijaciones o traumas del pasado, desafortunadamente hay hechos del pasado que el día de hoy nos hacen sentir torpes, ineptos, feos, etc. Estos miedos nos crean una incapacidad para relacionarnos con los demás, nos volvemos arrogantes y déspotas o simplemente nos escondemos de todos, esta situación nos causa infelicidad constante. También derivado de dicha situación está el resentimiento hacia alguna persona, religión, partido político u otra situación en la vida, esto nos mantiene en una constante amargura, así que debemos analizarnos concienzudamente parta conocernos muy bien y si aun tenemos alguno de estos rencores guardados, eliminarlos a través del perdón.
Si no somos felices, es un hecho que no estamos pensado y haciendo bien algunas cosas. Detente por un momento, analiza tus pensamientos negativos y lo que estos te provocan, al final, la felicidad se obtiene cuando tomamos el control de nuestras emociones y nos evade cuando estás emociones nos controlan. Tenemos felicidad cuando controlamos nuestro cuerpo y no cuando el cuerpo nos dicta que hacer, ponte en acción, toma el control y colócate en balance utilizando todos los recursos espirituales que te funcionen, recuerda siempre que: Aquel que no es feliz hoy, no lo será nunca.