Revista Comunicación
Cuando un mail, una carta, un artículo... empieza así, yo me muevo. No sé si te pasa a ti. No hace falta que me enseñen una imagen o que me digan "Actúa", ya me han dicho bastante para al menos animarme a firmar.
Me gusta Amnistía. Y me gusta especialmente desde Safiya. Creo que cuando aquellos periodistas nos enseñaron en un telediario hace ya unos años, una de las piedras con las que Safiya iba a morir lapidada, todos comenzamos a ver a Amnistía Internacional de una forma distinta. ¡Benditas PR como los más cool les llaman!
Safiya vivió y Amnistía ganó el mejor premio a la Eficacia.
Aquella acción y aquella piedra nos aproximaron una realidad cruenta que necesitábamos ver para saber que detrás no había ni trampa ni cartón. Y es que la publicidad suele jugar contra un especímen por naturaleza desconfiado.
Con aquella piedra descubrimos una publicidad que sabía hablar sin tapujos, de forma directa y sincera, capaz de crear una red social con su causa dándonos el poder para movilizar y la satisfacción de conseguir algo. Porque seremos desconfiados, pero por naturaleza también nos gusta ayudar.
Hoy abrí mi buzón y ese mensaje estaba ahí, personalizado hablándome a mí "Majé, cambia su mundo". ¿A quién no le gusta sentirse importante?
Con un mensaje así, hoy Amnistía me hizo creer que tengo el poder para cambiar el mundo de personas como Margarita, que sufren abusos que yo seguro (porque me hablan a mí) no puedo consentir. Y tú, que tal vez lo leas o puede que lo hayas recibido ya, tampoco consentirás.
Es sólo un mail. Cierto. Pero me ha dado el poder para actuar, o al menos la convicción para querer hacerlo.
Como dijo Enrique Rodríguez en su magnífico libro, "Las palabras muertas, no venden".
Fue un simple mensaje, puesto en el asunto de un mail, el que me hizo actuar. Un ejemplo de lo que sin más, consigue un buen titular en Publicidad. Directo a mi buzón y directo al corazón.
Va por Margarita!