Revista Deportes
La frasecita es repelente, pues golpea al equivocado después de que éste ha errado en su actuar o discurrir, se evita completamente el aspecto constructivo y se saca el martillo para manifestar que el interlocutor ha perdido su apuesta y que el vencedor moral de la situación es uno mismo. Yo no uso la frase, generalmente, por lo ofensiva que es y porque hace sentirse al errado como un pececillo defectuoso, pero muchas veces he tenido que soportar el “¡te lo dije!”, no quedándome otra opción que joderme y bajar la cabeza, esperando la revancha.
Pero hoy voy a decir la frase, y lo haré porque a la persona que va dirigida es alguien que hace unos años dejó de tener mis respetos, por usurero, maquiavélico (pobre Nicolás) y dictador. Por supuesto habrán adivinado que es el cyborg Bernie Ecclestone la persona (o pseudo) de quien estoy hablando. No le tengo ningún cariño y me encantaría no volver a verle nunca más (sin malos deseos para su integridad física y mental, evidentemente), pues en su personilla personifico todos los males que golpean a la F1 actual.
Le digo a Bernie “¡te lo dije!” a raíz de los recientes sucesos en torno al circuito de la India, donde varios cientos de granjeros protestaban por la expropiación de sus terrenos para construir el circuito. No se nos escapan las revueltas que dieron al traste con el GP de Bahrein y los problemas económicos que aprietan a las organizaciones de varias carreras. Los indios ahora amenazan con crear agitación e incluso desmantelar el circuito por la fuerza.
Personalmente creo que es una bravuconada que a día de hoy es una amenaza fácilmente atajable. Y es que esta gente no pide sus tierras, sino dinero (por supuesto), plazas escolares y creación de empleo. O sea, salir de la miseria aprovechándose de la repercusión mundial de sus solicitudes. Reprimir a esta gente será algo contraproducente, pues el ovillo se hará más y más grande, y a poco que calienten el ambiente, podremos contar con que el 30 de octubre la atmósfera será explosiva en Nueva Delhi.
Bernie se quitará de en medio y apretará al gobierno indio para que satisfagan las necesidades de estos granjeros y así templar todo posible foco de rebelión que afectase al correcto desenvolvimiento de la carrera en la India; pero Bernie sufragará de su bolsillo estos gastos en caso de obtener una negativa por respuesta de los gobernantes. Así es su negocio, y muy tocado ha quedado ya este año como para clavarle una banderilla más.
Pero volvamos al aspecto de fondo, que es lo adecuado que puede ser llevar un espectáculo deportivo de primer orden (es decir, algo completamente prescindible) a un país con millones de gentes pasando hambre, sin techo, sin sanidad, y sin otra mira en la vida que subsistir en lo más básico para morir viejitos. Siempre les queda la religión, el opio del pueblo… en los países occidentales es el fútbol.
Evidentemente en las protestas habidas y por haber hay un trasfondo político, y generalmente la oposición al partido gobernante, hace bien su trabajo desestabilizador, aprovechándose de cualquier resquicio para crear inestabilidad e incertidumbre, para en último caso, acceder al poder y seguir cometiendo los mismos errores que los que acaban de ser sustituidos.
¿Realmente creen que si llevamos el mundial de fútbol a Haití los ciudadanos se quejarán? No, ellos estarán encantados, pues tendrán su opio y entretenimiento, aunque el campo de fútbol lo llenen los extranjeros que vienen con el dinero para pagar la entrada que ellos no tienen. ¿Realmente creen que al indio de hoy no le encanta la idea de ver la F1 en la India, con un equipo indio y con algún piloto indio? Claro que está encantado, por las mismas razones que el haitiano.
¿Realmente creen que no llevar estos espectáculos groseramente glamurosos a países pobres beneficiaría el estatus económico de los ciudadanos hambrientos, aunque sea mínimamente? Por supuesto que no. Somos títeres y los que nos manejan son los políticos, a su antojo.
Pero alguien debe cuestionar la moralidad de que un país pobre se gaste cientos de millones de euros en la construcción de un circuito, organizar el evento y pagar el canon correspondiente a Bernie Ecclestone. No estoy hablando de autoridad moral para censurar determinados actos de las personas, sólo me refiero a ejercer la crítica espiritual, como personas que con la barriga llena y el culo acomodado vemos como cientos de miles se mueren de hambre en el mundo o soportan dictaduras crueles. No se puede quedar uno con la boca cerrada mientras los dirigentes de un país luchan más por ofrecer un espectáculo glamuroso a su hambrienta población, en lugar de luchar firme y conscientemente para que sus propios ciudadanos dejen de pasar ese tipo de fatigas.
Ahora claman al cielo, y mañana se levantarán en armas, querido Bernie... y yo volveré a decir ¡te lo dije!