Revista Opinión

Te pago bien siempre y cuando repartas caca

Publicado el 15 agosto 2012 por Colombatto

En la prensa prácticamente todos los actores visibles son empleados y responden a determinadas ideologías que le marcan los dueños de los medios y/o los vínculos que ellos tienen con las agencias de noticias que nutren a sus empresas informativas.

Hoy, es real que queda muy poca prensa independiente y se está librando una batalla entre aquellos que respaldan a los gobiernos populares y quienes actúan como sucursales, puntas de flecha o cabeza de playa para reimplantar el sistema capitalista que floreció en Suramérica hace un par de décadas atrás.

Es fácil descubrir quiénes están de un lado y quiénes del otro. Los del grupo capitalista consideraron a Gadhafi un dictador, igual que a los demás gobernantes árabes desplazados y al presidente sirio hoy en jaque, pero no rotulan así a los demás líderes árabes que la OTAN protege.

Nunca cuestionan a los presidentes europeos que responden a las exigencias de la banca internacional y sí se burlaron de aquellos que mantuvieron el equilibrio social, hoy desguazado (Berlusconi, Zapatero, etc.).

Cuestionan las resoluciones chinas que no le convienen a EE. UU., pero no denuncian los perjuicios que provocan los Tratados de Libre Comercio (TLC) que ese país firma con gobiernos pobres y débiles, robándoles sus riquezas primarias a cambio de producción industrial en masa con altísimo valor agregado.

No saltean cada aniversario de la caída de las Torres Gemelas en Nueva York, pero hacen silencio en cada aniversario de las bombas lanzadas en Hiroshima y Nagasaky, y tampoco reconocen los miles de civiles, mujeres, niños y ancianos que los soldados enviados por la OTAN, Comunidad Europea y/o EE. UU. matan a diario fuera de los territorios que les compete.

Le han dado muy poca trascendencia a los indignados norteamericanos (Occupy Wall Street) hasta acusarlos de “vaguitos”, pero le dan gran cobertura a cada manifestación popular en contra de los gobiernos democráticos latinoamericanos.

Está visto que sólo miran la realidad con un ojo (el derecho) pues resaltan los estrenos de Hollywood (produce unos 400 films anuales) pero jamás mencionan las producciones orientales, africanas o sudamericanas (India produce casi 1.000 films anuales).

Constantemente citan los días contados en la vida del presidente venezolano Hugo Chávez por su cáncer, pero nunca informan sobre la catarata de obras que ese líder está concretando en su país.

En el tema del narcotráfico, siempre citan las fuentes de producción (países pobres de Suramérica), pero nunca reconocen que el ingreso de la droga a EE. UU. está claramente avalado por las fuerzas de seguridad, pues nunca detienen los diarios cargamentos que ingresan a ese país porque es uno de los negocios más lucrativos (venden drogas y venden armas) y ellos, ellos son capitalistas. Recordemos que Colombia (país-colonia de EE. UU.) es uno de sus principales proveedores con unas 1.000 toneladas de cocaína anualmente, y es allí donde tiene 7 bases militares.

Los gobiernos latinoamericanos que no se avienen a las órdenes dictadas desde Washington reciben igual categorización que los gobernantes árabes que mantienen su independencia política, o sea que son dictadores (Chávez, Correa, Morales), y los que están en la vereda de enfrente, pues para ellos son buena gente (Santos en Colombia, Piñera en Chile y Franco en Paraguay).

Acercándonos a nuestro país, nuestra presidenta es mala persona porque no dolariza la economía argentina, es mala persona porque no abre la importación a granel de los productos europeos y norteamericanos (así volvería a desaparecer la industria nacional que hoy se está expandiendo), y es muy mala persona porque tiene chances de seguir en el gobierno por unos cuantos años más.

Los empleados de esta derecha capitalista cuestionan las fortunas que tienen los dirigentes kirchneristas, pero no dicen una palabra sobre lo que ganan los periodistas anti kirchneristas, los gerentes de empresas multinacionales en nuestro país, los banqueros y -en resumidas cuentas- los empresarios amigos de ellos. Por ello, se sienten ofendidos cuando nuestra presidenta desenmascara al periodista Bonelli porque cobraba de Repsol-YPF para hablar a favor de los entonces dueños (”publicidad no convencional” o coima), callando el vacío económico que le estaban haciendo a la empresa argentina.

Esa prensa de derecha denuncia que el gas natural concentrado (GNC) va a aumentar 300% para los consumidores, cuando es mentira. Denuncia que la crisis laboral en los subtes de Buenos Aires es culpa de la presidenta (la nuestra; la de todos los argentinos, vivamos en Bs. As. o en el interior) cuando el responsable es el jefe del gobierno porteño, que es del grupo capitalista de derecha (esta vez no van a montar cacerolazos, porque a los subtes no los usan los patricios). El gobierno nacional presenta pruebas pero la prensa comprometida con el objetivo golpista ignora esas pruebas.

Esa prensa de derecha nunca informa sobre las obras públicas que hace el gobierno nacional (ni siquiera le da espacio a Tecnópolis, por eso el gobierno nacional apela a la cadena nacional de radiodifusión, igual que hace Correa en Ecuador, Evo en Bolivia y Chávez en Venezuela; cuatro presidentes -dije cuatro- acosados por la prensa extranjera), pero cubre muy bien las obras del gobierno porteño y el cataclismo monotemático que vaticina Lilita Carrió (morirá “Lilita” porque es perenne adolescente que adolece de equilibrio mental).

Esa prensa golpista goza diciendo que la imagen positiva de la presidenta (la nuestra, no la de ellos, que puede ser Thatcher u Obama) descendió (ellos dicen que “cayó”), pero no reconocen que los votos para su candidata no llegaron al 2% en las últimas elecciones.

Todos sabemos que el capitalismo vive y progresa porque explota al resto de la sociedad, por ello considera retrógrados a los que no son capitalistas. En esta línea de pensamiento, la prensa capitalista considera idiotas, pobres y sin cultura a sus consumidores, por ello les vende porquerías con fuerte publicidad que machaca sobre virtudes que no son tales (bebidas alcohólicas, automóviles en cuotas que los hace dependientes perpetuos, etc.), promociona a los terroristas de Medio Oriente (son niños de pecho en comparación con los terroristas del capitalismo) y las fortunas de los políticos kirchneristas (no existen candidatos a puestos claves -gobernadores, senadores, ministros nacionales- que no cuenten previamente con alguna fortuna que los respalde). Y en cuanto a cultura, son ellos los que promocionan los malos modales, las guarangadas (puteadas, en buen criollo), los insultos y la difusión de cuestiones privadas (prensa amarilla) de cualquier vecino y hasta de nuestra propia presidenta de la Nación (la Nación de todos, menos de ellos). Así denuncian cuántos dólares tiene Cristina Kirchner, pero jamás dicen cuántos dólares tienen ellos (los periodistas denunciantes).

En esta guerra entre dos bandos muy bien separados ideológicamente, se encuentra el planeta, Suramérica y nuestro país. Es tan sanguinaria esta guerra que el bando invasor no admite tercera posición, por ello no reconoce a los pocos periodistas que se mantienen al margen de las sucesivas batallas, aunque se quejan de las posturas “binarias” y así creen ocultar su extremismo.

Los invasores son fácilmente identificables por los rótulos que ellos mismos se graban. A nivel planetario dicen defender los Derechos Humanos (es exactamente al revés, pues invaden y asesinan a inocentes). A nivel continental dicen defender la libertad de prensa (usan esa libertad para agredir a los gobernantes y crear estado de violencia en contra de ellos para desestabilizarlos en Golpes de Estado estilo siglo XXI). A nivel país dicen ser lo que detestan, o sea “periodismo independiente” y otros términos similares.

Allí está el canal TN que al pié de la pantalla dice “periodismo independiente”, el programa de Nelson Castro titulado “El Juego Limpio” quien usa ese espacio para atacar a nuestra presidenta con adjetivación insultante (es obvio que la considera inferior a él mismo), la Organización Periodística Independiente (OPI) con comando operativo en Río Gallegos, y otros medios que nada tienen de equilibrados y seguramente cobran “publicidad no convencional” a cambio de su ética periodística.

Proporcionalmente, en la sociedad total son como un grano de arroz en un paquete de lentejas, pero tienen suficiente soberbia para creerse superiores al resto, y ese resto consideran que es explotable matándoles cualquier pensamiento propio y vendiéndoles cualquier porquería.

Esa desbordante soberbia los inhibe para comprender que ellos mismos están siendo explotados por sus jefes.

En la práctica más objetiva, cuando se resume la vida útil de un animal como de una persona, un perro vivió bien si llevó vida de perro, y una persona merece ser recordada cuando fue útil a sus semejantes. Los empleados de los titiriteros lamentablemente no tienen esa suerte, pues en su trabajo sólo se dedicaron a sembrar broncas y mentiras diarias por orden de su jefe, visible o invisible.

Algún día, un nieto le preguntará a su padre: ¿El abuelo qué hacía en su trabajo?

Y el padre le responderá (si es honesto): El abuelo cobraba por tirarle caca a la gente todos los días.

 

Luis Colombatto, creador de la enciclopedia patagónica Patapedia.com.ar


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