Revista Coaching

Te presento mi «checklist» de preocupaciones

Por Jofoba @jordifortunybad

«No hay problemas, sólo hay proyectos». Si lees este blog y otros de la misma temática, seguramente te sonará esta frase de David Allen.

Yo creo que es genial y que es una aproximación estupenda a la buena práctica de centrarte en tu zona de influencia y ocuparte de tus preocupaciones. El trasfondo de la frase es tan sencillo como que trabajes y te centres en lo que puedas hacer al respecto de aquello que te preocupa, y te olvides de aquello en lo que no puedes influir.

Aún así, y aún sabiendo que tiene más razón que un santo, hay momentos en los que descolgaría el teléfono y me despacharía a gusto con el hombre: «¡ven y ponte en mi lugar!, ¡a ver si lo ves tan fácil!».

Las personas, por biología —pura supervivencia— cuando algo nos preocupa, tendemos a imaginarnos resoluciones catastróficas. Es el llamado overthinking. Todo el rato dale que te pego, dándole vueltas al tema. Y calmar «a la bestia de las emociones» a veces no es tarea fácil.

Como te decía, la aproximación de «No hay problemas, sólo hay proyectos» es muy útil para reducir esta tendencia natural y deshinchar el globo.

Es bueno preguntarse ¿de qué datos dispongo para imaginarme que tal escenario apocalíptico pueda ocurrir? Y si estos me dan la razón, centrarme en definir lo que quiero lograr y lo que puedo hacer.

Si los datos no me dan la razón, lo conveniente es desplazar el pensamiento catastrófico hacia el escenario más probable. E igualmente definir lo que quiero lograr y lo que puedo hacer.

Claro que, al menos a mí me ocurre, muchas veces una vez ha pasado lo que sea, se nos olvida lo que realmente ha pasado (que acostumbra a ser menos y de resolución más fácil que la imaginada).

Y cuando vuelve a aparecer algo en el futuro, lejos de incorporar al completo los aprendizajes de la vez anterior, volvemos a la casilla de salida, con la preocupación recién aparecida y bien intacta.

Estos datos de los que te hablaba hace unas líneas, muchas veces son la propia experiencia. Pongamos por ejemplo que te preocupan las reuniones de seguimiento de tu desempeño con tu jefa. Siempre terminan bien, pero el mal rato de los días previos no te lo quita nadie. ¿Por qué siempre piensas que en la próxima reunión te va a caer al de San Quintín y te van a echar del trabajo? Los datos que tienes hasta el momento deberían situarte en el escenario de que, una vez más, irá bien. C’est la vie.

Este es un tema al que le he dado muchas vueltas a lo largo de mi vida. Cómo frenar esos pensamientos catastróficos y recurrentes siempre que aparece algo nuevo o incierto en mi vida.

Últimamente, para trabajar este overthinking estoy experimentando con un checklist de preocupaciones. Suena realmente mal, ¡eh! ¿A que no te apetece nada? En realidad lo podría llamar como quisiera —incluso checklist de logros, porque las preocupaciones van pasando y yo sigo aquí ;)— pero así lo empecé y así se quedó.

¿En qué consiste? Pues en un inventario de preocupaciones y sus respectivas resoluciones. Te sonará el ejercicio, ya que muchas personas hacen algo similar con un diario: el journaling. Yo me lo he llevado a un extremo totalmente pragmático: un checklist (una lista de preocupaciones y sus resoluciones).

El efecto que percibo de tener este checklist es doble: por un lado, al tener que escribir resumidamente lo que me ha estado preocupando y su resolución, me ayuda a tomar conciencia —autoaprendizaje— de lo que ha pasado en realidad.

Y, por otro lado, su revisión periódica —en la Revisión Semanal por ejemplo— me proporciona claridad y perspectiva. Y más datos para retos venideros. Todo esto redunda en tranquilidad futura.

¿Qué te parece la idea? ¿Usas alguna otra estrategia para lidiar con esta situación?

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