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Como saben algunos de ustedes, yo soy de esas personas que tienen la costumbre (buena o mala, según cada cual) de subrayar los libros, de señalar las frases y párrafos que más me gustan. De ese modo, al cabo del tiempo puedo volver a encontrar sin dificultad los pasajes que en su momento me llamaron la atención y que deseo volver a leer, ya sea por puro deleite estético, ya sea por recuperar una enseñanza, un consejo, un consuelo… todo eso que se encuentra en los libros.
Hay ciertas cosas que el destino se propone tercamente. En vano se le interponen la razón y la virtud, el deber y todo lo sagrado; tiene que ocurrir algo que al destino le parezca bien y a nosotros no; y así acaba por surgir sin remisión, hagamos lo que hagamos. Pero, qué digo. Precisamente el destino pretende volver a poner en mi camino mi propio deseo, mi propia intención, contra la cual yo he actuado desconsideradamente.
J.W. Goethe. Las afinidades electivas (1809)
Y como ya he contado aquí también, muchas veces me ocurre que esas citas, esas ideas destacadas en un libro, me traen a la mente a personas concretas, ya sean personas a las que conozco bien u otras a las que no conozco tan bien, pero de cuya personalidad y manera de pensar, de entender el mundo, creo tener cierta noción. Es decir, relaciono mentalmente una idea, una reflexión, con una persona, como quien al ver un artículo en una tienda piensa: “Esto le gustaría a…”
Nadie más que el hombre mismo autoriza su esclavitud o lucha por liberar su espíritu. Su único enemigo es la debilidad y su único defecto el miedo. Su alma está aprisionada por curiosas cadenas; esas cadenas son de muchas clases -muy bien forjadas- y a menudo invisibles, hasta que dejan cicatrices; la más cruel de ellas, el orgullo; la más sutil, el sufrimiento, y la más mortífera -la que acaricia mientras estrangula-, la que los hombres llaman amor.
Charlotte Mew. “Elinor” (c.1904)
La mayoría de las veces esa relación, como creo que es lógico, se establece por afinidad, porqueimagino, acertadamente o no, que un pensamiento determinado podría gustar a una persona en concreto. Pero otras veces la asociación se establece por disparidad, porque una idea concreta puede parecerme opuesta a lo que alguien en particular piensa sobre la cuestión de que se trate.
Supo que tendría muchísmo que hacer, nada menos que percibir el mundo que
hasta entonces no había conocido en realidad, sólo de oídas […] La realidad era
mucho más simple, pero al mismo tiempo más densa y sustanciosa de como
la había imaginado desde la penumbra.
Sándor Márai. La extraña (1934)
En muchas ocasiones atribuyo, también creo que es lógico, una misma cita a más de una persona; y del mismo modo, varias citas diferentes pueden parecerme adecuadas para una misma persona.
Estamos solos, cada uno consigo mismo y con su muerte propia y su vida solitaria y desastrosa, estamos muy solos todos. Pero te diré algo que quizá te consuele. La soledad es el afrodisíaco del espíritu, como la conversación lo es de la inteligencia.
Enrique Vila-Matas. Doctor Pasavento (2005)
Y entre esas personas en las que me hacen pensar las citas literarias, están, cómo no, ustedes, los lectores de este blog, y por esta razón ya en dos ocasiones anteriores les he propuesto un pequeño juego –por llamarlo así–relacionado con esas espontáneas asociaciones.
¡Feliz el que encuentre un amigo cuyo corazón y espíritu le convengan, un amigo que se una a él por una comunión de gustos, de sentimientos y de conocimientos, un amigo que no esté atormentado por la ambición o el interés, que prefiera la sombra de un árbol a la pompa de una corte. ¡Feliz quien tiene un amigo!
Xavier de Maistre. Viaje alrededor de mi habitación (1794)
Este pequeño juego consiste simplemente en que, si les parece bien y les apetece,me digan cuál o cuáles de las citas que reproduzco en esta entrada les gustan más, o con cuál están en desacuerdo, por la razón que sea. Y así comprobaremos si sus elecciones coinciden con mis asociaciones.
Permanecí allí sentado durante media hora, y era extraño lo cerca de mí que ella parecía estar. El lugar estaba completamente vacío, es decir, estaba lleno de ella.”
Henry James. Diario de un hombre de cincuenta años (1880)
Espero que cada uno de ustedes encuentre al menos una cita que le llame la atención de manera especial, por afinidad o por disparidad. Y creo que tan interesante será ver que he acertado en mis cábalas como lo contrario. Porque confirmar una suposición es emocionante, pero las sorpresas también lo son.