¿Te quié í ya?

No, no conseguimos el objetivo de jugar la Liga de Campeones. ¿Y qué? Esas obligaciones las tienen otros. No, no conseguimos jugar una nueva final. ¿Y qué? Esas angustias son para otros. No, no conseguimos llevar un nuevo trofeo a nuestras vitrinas. ¿Y qué? Esas ansias son para otros. Y además, se podía haber dado el caso de que no nos hubiéramos clasificado para jugar la próxima campaña competición europea. ¿Y qué? Mi sevillismo no ha necesitado de esos logros para seguir creciendo.

Yo no nací sevillista, me hice sevillista, con siete años. En sus cien primeros años mi Sevilla, había logrado una liga, tres copas de España y ocho clasificaciones europeas. Y de las cuatro copas que adornaban sus vitrinas, yo no había vivido ninguna. Y con eso se alimentó mi sevillismo. Con ver a Lora en la selección, con ver a Scotta pegar esos cañonazos imposibles, con ver a Bertoni dar clases magistrales de fútbol, con ver a Álvarez de mariscal del área, con ver a Superpaco impidiendo goles increíbles. Y con ver al mejor jugador de todos los tiempos vestir nuestra camiseta. Diego Armando Maradona fue sevillista, y eso, no hay quien lo mueva. Ahí está, en la historia de mi Sevilla.

Desde hace ocho años para acá, mi Sevilla ha conseguido dos Copas de la Uefa, Una Supercopa de Europa, dos Copas del Rey, una Supercopa de España y ocho clasificaciones seguidas para jugar en Europa, tres de ellas en Liga de Campeones. Yo ya he visto a mi Sevilla jugar finales y ganarlas, no una, ni dos, ni tres, ni cuatro, ni cinco, no, tampoco seis, que la final de la Supercopa de Europa que jugamos contra el Milan con Antonio Puerta recién fallecido no se perdió, aunque las crónicas digan otra cosa. Nuestra victoria fue jugar esa final.

Y me van a venir a mí a contar que es un fracaso no jugar Liga de campeones. ¿Te quié í ya?