Es un título, una expresión, una forma de vida. Eso de querer no amerita estudios pero increíblemente amerita experiencia. La ventaja de los pequeños es que quieren sin miedo y quieren sin paradigmas. Cuando le hemos dado varias vueltas al sol, es típico que los paradigmas ya construyeron nuestros hábitos y formas de querer. Lo mismo el miedo, después de varios años, nos limita el querer a experiencias que sean, sí y solo sí, agradables.
Ahí es donde la experiencia nos lleva de la mano. Querer a esas personas de las que esperamos respuesta, un mayor querer, todo gesto que suponga un agasajo de vuelta. Justamente en las crisis, tales como las que vive una nación - Venezuela, por ejemplo - o una sociedad, empiezan a aparecer esas luces que brillan distinto, esos faros que nos hacen levantar mirada y volver el rostro. Personas que quieren porque se sienten bien haciéndolo, personas que quieren porque aprecian que eso de entregar es el mejor camino para transitar la felicidad, personas que quieren porque descubrieron ese latido distinto del corazón con el simple compartir con la otra persona. No hay secreto para querer porque corresponde a cada uno descubrir la forma que le hace bien. Habrá, seguro, muchos que necesitan sentirse queridos para poder entregar afecto, sentimiento y especialmente tiempo. Otros tienen claro que el asunto va en dando y dando, aquello de ojo por ojo y diente por diente. Probablemente muy pocos se aferran a que querer es solo dar, que no hay nada que buscar tras eso y que todo lo que llegue en razón de la querencia, es un divino regalo de aquella otra persona pero especialmente de la vida. Tal vez si haya un secreto en aquello de querer. Se llama tiempo.¿Cómo tiempo?Nuestro andar en la vida la medimos en tiempo. Tantos años esto, tantos años aquello, tantos años. La vida es el transcurrir de nuestra existencia en la tierra y mientras eso sucede compartimos etapas y circunstancias con mucha gente. Querer es compartir ese tiempo con esa gente. Querer es regalar nuestro único tesoro que nunca podremos recuperar porque nuestra presencia en el planeta tiene fecha de caducidad. Quise, quiero y querré. A quienes pasaron por acá y por alguna razón tomamos vías diferentes, mi único deseo es que puedan seguir dando de vuestro querer a esas personas que sigan andando vuestros caminos. A los que están ahora, aquí estamos y aquí seguimos. A los que vendrán, se les espera...Si me permite un último consejo, si usted quiere, nunca compare su querer con el querer de vuelta. Nunca serán iguales y ahí es donde uno u otro querer empiezan a debilitarse o resquebrajarse. ¡Gracias por vuestro tiempo, se les quiere por ello y más!