Revista Cultura y Ocio

Te quiero – @GraceKlimt

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

“Estaba cantando una canción de amor;
del amor que ha durado un millón de años”
Virginia Woolf

Me  dijo te quiero como quien dispara a bocajarro, colocado en posición, con mi corazón en el punto de mira y el cargador lleno. El tiro fue certero, dio en el blanco, y el suelo se inundó de vida, un charco rojo y viscoso creciendo, convirtiéndome en inmortal, y mi cuerpo en el centro, y sus brazos alrededor como la marca de tiza blanca que dibuja la silueta de la víctima y señala el lugar del crimen.

Carguen, apunten, disparen, ¡bang, bang, bang!

Todo empezó con un baile sin música, una danza de cuerpos acorazados que poco a poco, como quien acaricia a un animal salvaje, fueron desabrochando los botones de la armadura, desatando los nudos protectores, saltando por los aires los candados casi oxidados y tirando abajo los muros hasta hace nada infranqueables.

Sonrisa, ¡click!, caricia, ¡click!, beso, ¡click!, adiós escudos, ¡click, click, click!, explosión.

Es fascinante cómo puedes sentirte completamente desnuda frente a alguien sin necesidad de quitarte una sola prenda de ropa. Saberte vulnerable reflejada en sus pupilas, y ser a la vez consciente de estar a salvo en su abrazo. Ser tan chiquitita como un pájaro recién nacido entre sus brazos, y tan inmensa como el infinito gracias a él. Convertirte en burbuja, transformarte en hogar.

Querer, creer, crear, crecer, ¡buah!

La del otro lado del espejo me sonríe alucinada. Me cuesta reconocerme en esa extraña que clava en mí sus ojos. Me reta, ¿qué te crees que haces siendo feliz, gilipollas?. Pero no me importa, ya no me odio. Pestañeo, y pestañea. Hostia. No me odio. Parpadeo, y parpadea. Hostia. No me odio. Le grito a mi reflejo que se joda, y ahí la dejo.

Me miro, me abrazo, me cuido, ¡jódete!

Las canciones no llegan con ese tumulto abrumado de imágenes latiendo cada acorde. Me pongo los cascos y de repente es como meter la cabeza en la piscina una tarde ruidosa de críos y chapuzones bajo la película de cloro y todo sigue ahí, pero amordazado como un eco, no sé, da igual. Esa melodía no decía nada antes de ti, y ahora, habla mil idiomas primitivos.

Chas, chas, chas, la música ya tiene nombre, ¡zas!

237 lunares que forman constelaciones en mi espalda. 75 latidos de corazón. 200 si son sus ganas quienes me atenazan. 1000 millones de razones para asustarme del mundo, tijeras abiertas, gatos negros, vasos casi llenos, karma amenazando, cuchillos de hojas melladas. 1 instante infinito derramando el pánico. Cuenta atrás. Nirvana.

Cinco, cuatro, tres, dos, uno, ¡tú ganas!

Las canciones de amor se quedan cortas, los poemas no me sirven de nada, no encuentro su nombre en los rincones perdidos de la ciudad, el frío aún me hiela, no sirvo para hacer estremecer almas. Pero me hizo quererme, cuando me dijo te quiero. Y no se me ocurre mejor declaración de amor.

Que le den por culo al mundo. Dispara.

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