Revista Cultura y Ocio
Te quiero porque me das de comerDavid LlorenteISBN: 978-84-15900-52-8Formato: Rustica con solapas – 320 Págs Editorial: Alrevés
Max Luminaria era un chico muy callado. Sacó la mejor nota de selectividad de toda España y decidió estudiar Medicina. Una vez más, fue el mejor en los exámenes; el mejor en las prácticas y el mejor en el quirófano. Se lo rifaban todos los hospitales. No hubo cirujano más preciso ni vecino al que más quisieran los habitantes de Carabanchel. Lo saludaban por la calle. Le daban las gracias. Todos tenían a un familiar al que el doctor Maximiliano Luminaria había salvado la vida.
Su vida, fuera del quirófano, era diferente, ¿o a lo mejor no? La realidad es que no podrás, nunca más, sentirte aliviado porque se haya descubierto al asesino, porque, querido lector, los asesinos caminan entre nosotros.
Al que alguna vez me insinuó que los lectores de novela negra nos recreábamos una y otra vez en algo recurrente, sin variaciones sustanciosas, debería haberle dado una hostia. Tampoco es plan de ponerme agresiva, pero en aquel momento no tenía en la mano esta novela para estampársela en la boca. Y es que Te quiero porque me das de comer rompe con todos los moldes establecidos, si es que el proceso de escritura tiene algún tipo de moldes a los que ajustarse.
La verdad es que no sé qué escribir sobre esta novela, si es que se puede catalogar como tal exactamente. Sé que todos dicen lo mismo, que es tan original que deberías llegar virgen a su lectura, y eso sería repetirme. Así que no hace faltas que llegues al final: quédate con la idea de que tienes que leerla ya si no lo has hecho y no pierdas 10 minutos de tu vida desgranando unas líneas de texto en la pantalla. Pero si aun así tienes interés, yo te lo explico…
Digo que es te libro puede no considerarse novela porque no encaja en los conceptos tradicionales: Ni sigue una estructura y lo que en realidad tenemos son retazos de cosas, la vida que pasa… y en su conjunto son un todo. Desde descripciones de hechos hasta fragmentos de conversaciones, recetas de cocina, el informe del tiempo… El ruido de Carabanchel. Todo ello sin párrafos, en un texto seguido que salta de una cosa a otra y capítulos de apenas 3 o 4 paginas. Saltándose a la torera cualquier norma de escritura que te puedan haber enseñado. Y sin embargo ni se te pasa por la cabeza reprochárselo a David Llorente. ¡Faltaría más!
Por otro lado, no hay protagonistas. Si es cierto, está Max, vale. Y también ese inspector de policía que es un antihéroe en toda regla. Y el maltratador y delincuente que toma las riendas de su vida, posiblemente del modo equivocado. Y el vecino que decide acabar con el crimen en su barrio. Y el cura pervertido. Todos ellos son protagonistas de sus propias vidas, del tiempo que les tocó. A unos más largo que a otros, a unos más fácil que a otros.
No voy a negar que la lectura no se haga complicada por momentos. Hasta bien avanzadas las paginas no sabes lo que te va a venir, no entiendes nada y ahí esta parte de la gracia. Requiere atención e interés, hace que tu cerebro cambie el chip a cada línea y salte de un lado a otro haciendo ejercicios acrobáticos. Ya era hora de que nos dejaran de dar las cosas masticadas.
Y hay algo más: también es dura. Las cosas se deben llamar por su nombre, que ya somos mayores para andarnos con chiquitas. Porque lo maquilles no deja de ser lo que es, y porque no lo cuentes no deja de haber sucedido. Claro que tiene momentos desagradables, pero hay un punto a favor que permite leer verdaderas aberraciones (¿Un tipo pinchándose a plena luz del día? Lo tienes ¿Violaciones? Lo tienes ¿¡Canibalismo!? Eso también) sin sentirse asqueado. Y eso se consigue con impersonalidad: dale a la narración el mismo tono que le darías a guía de programación televisiva y entonces el peso del sentimentalismo cae sobre el lector. Así que eres tu quien decide hasta qué punto te involucras, si quieres seguir viendo la imagen del Carabanchel de los 90 o mimetizarte con la vida de sus personajes.
Y si, es una novela muy oscura, es totalmente negra. Se camufla con su cara de buenita tras un título sugerente, la portada blanca y las piezas de puzle para que tú encajes a tu manera. Escondida tras la fachada de su casa, donde se tiene todo lo bueno y lo malo de cada uno. Como en la vida. Y si, como la vida, esta novela es arriesgada. Pero merece la pena el esfuerzo.
Ahora repaso estas líneas, recordando el entusiasmo con que Marcelo Luján hablaba en la Semana Negra del impacto que le produjo cuando leyó el manuscrito. Y me doy cuenta que lo que yo escriba ahora no le llega a la suela del zapato a lo que escuché aquel día (acento argentino aparte, que le da el matiz extra). Porque cuando salí solo pensaba en volver a casa y ponerme a leer.
Pues eso, no podría decirlo de otro modo. Da el salto y sal de esa zona de confort. Te quiero porque me das de comer es una obra sorprendente, que aunque no sea para todo el mundo, nadie me negará que no deja indiferente. Y si eres de los valientes que llegan hasta el final, lo peor que te puede pasar es que te preguntes ¿Y ahora qué demonios leo después de esto?
Reseña para la Yincana Criminal: Made in Spain – La víctima o el asesino es de clase baja (en realidad muere tanta gente, y mata tanta gente, que he perdido la cuenta)