Internet es un tobogán de gente, ideas, palabras, opiniones, informaciones, posts, tuits... que van y vienen, suben y bajan, entran y salen, se leen o no se leen. Todo al antojo de cada uno porque cada uno hace libremente lo que quiere. Nadie está obligado a seguir o leer a nadie. Ni siquiera el autor de un blog está forzado a comentar en su bitácora, pues sus propias entradas ya constituyen en sí su visión personal del asunto que plantea. Afortunadamente en la Red no hay normas, ni leyes, ni imposiciones, salvo el respeto a las personas, a la verdad y aplicar el máximo rigor en lo que escribes o comentas. Viene esta reflexión a cuento porque no entiendo a cierta gente que se enfada porque contesto poco a los comentarios en el blog o se molesta porque dejo de seguirles en Twitter una temporada y los retomo cuando me da la gana. Anoche estuve en una interesante reunión con bloggers de La Voz de Galicia donde se comentó esta cuestión. Varios --que aún no nos conocíamos perosnalmente-- nos intercambiamos nuestras cuentas en Twitter previo aviso de que nadie está obligado a seguir a nadie y que lo importante es engancharte a gente que realmente te aporte algo. Uno de los presentes --un blogger que pronto dará que hablar en La Voz-- lo dejó más que claro: se desconecta de ciertos internautas muy futboleros que en los fines de semana le llenan de tuits el timeline cada dos minutos. Y como le cansa, se desconecta de ellos hasta el lunes.
PD: Mediante un feed RSS controlo a los followers y unfollowers de mi cuenta @nafuente y ni por asomo me enfado con los que deciden dejar de leerme por un tiempo o indefinidamente. Serí absurdo.